Es uno de esos esforzados pioneros casi olvidados del deporte extremeño. Julio Francisco Gómez, nacido en Alburquerque y viviendo en Don Benito desde que tenía cinco años, cuenta ahora 60 en un cuerpo magullado por las enfermedades contra las que ha peleado. En 2004 sufrió una neumonía que le tuvo 18 días en coma, «en el túnel aquí-allí», como él dice. «Los médicos le dijeron a mi familia que no saldría», cuenta con naturalidad. Dos años después tuvieron que amputarle la pierna izquierda por problemas de circulación y hace cuatro, tras 16 intervenciones quirúrgicas, le cortaron la otra.

Sin embargo, nada parece acobardarle. «Quiero vivir con motivación y hacer cosas que todavía puedo en el deporte y en concreto en el baloncesto», sostiene. Ahora, con mucho sacrificio, puede incluso andar con muletas, lo que le ha ofrecido un nuevo impulso. «Es uno de los mejores momentos de mi vida», asegura.

Una vida que ha estado marcada sin ninguna duda por el deporte, en el que ha hecho de casi de todo, muchas veces de forma desinteresada. Comenzó a jugar al baloncesto en el colegio Claret de Don Benito, obteniendo algunos campeonatos regionales en categorías inferiores y compartiendo pista con el padre de José Manuel Calderón en el Doncel. Eran los años 70.

A punto de entrar en edad junior, el Obradoiro se interesó por él, pero no pudo irse al tener que marcharse a Madrid a estudiar. Cada dos fines de semana volvía a Don Benito para echar una mano al equipo de la ciudad. «Éramos muy buen equipo con dos jugadores de aquella Segunda División Nacional. El base era César Chaparro, que con el tiempo fue rector de la Universidad de Extremadura», apunta.

Entrenador

Su siguiente paso estaba en los banquillos. Comenzó a ser entrenador con 15 años en equipos femeninos del Medina Don Benito-Instituto Donoso Cortés. «Fuimos campeones de todas las categorías. Don Benito era una potencia en baloncesto femenino», dice Gómez, que no deja de hilvanar una historia con otra.

A entrenar en masculino empezó en 1978 con un grupo de chicos de 14 a 18 años. Fue clave en la constitución del Patronato Municipal de Deportes de Don Benito, donde «nos integramos todos los deportes, siendo el segundo organismo así que se hacía en Extremadura tras el de Badajoz».

La progresión fue llegando: «En 1987 conseguimos conmigo de entrenador por primera vez el ascenso a la Segunda División Nacional, el equivalente a la actual LEB Plata, en un grupo con equipos de Madrid, Castilla-La Mancha y Extremadura. Luego logramos tres ascensos como director técnico deportivo. En 1994 era el entrenador con un equipo formado en su totalidad por muy jóvenes jugadores dombenitenses que habían comenzado a jugar conmigo en minibasket», relata.

Y es que hizo su primer curso de entrenador con 16 años en Mérida, adonde iba todos los días para poder completarlo («cogía el tren a las tres de la tarde y volvía a la una de la madrugada»). El título superior lo tiene desde hace 31 años, dirigiendo al CB Moralo dos temporadas en una época en la que el baloncesto tenía un mayor hueco en Navalmoral que en la actualidad.

Otra vertiente suya fue la de promotor, lo que le permitió codearse con grandes estrellas. «Tuve ofertas para entrenar en el extranjero, pero me dediqué a organizar partidos amistosos y giras de los mejores equipos y selecciones del mundo en España, Portugal, Francia, Italia...», relata.

También participó en la fundación de la Federación Extremeña de Baloncesto, dirigiendo la primera selección autonómica que participó en 1985 en el Campeonato de España de baloncesto con normas pasarela en Zaragoza.

El concurso de mates

Si hay algo por lo que se recuerda a Julio Gómez es por lo sucedido en la Navidad de 1985. Fue uno de los principales organizadores en Don Benito del primer All Star que celebró la ACB. Aquel 30 de diciembre, el salto de David Russell sobre el niño Gustavo Sosa en el concurso de mates quedó como una imagen icónica del baloncesto español para siempre.

Fue la inauguración del pabellón Municipal. «Conseguí traer este evento deportivo, el de más repercusión nacional y mundial que ha habido en Don Benito, con más de 3.000 espectadores que abarrotaron el pabellón municipal y con Televisión Española en directo», apunta.

Las anécdotas de aquel día fueron innumerables. «El propietario del Bar Paydiz, situado en la Plaza de España, hizo una típica caldereta extremeña que degustaron todos los que vinieron de la ACB, prensa, radio, televisión... Y uno de los colaboradores que puse en la puerta de acceso donde fue la cena tras el partido, al pasar los jugadores, le dijo a Jordi Villacampa ‘hola, Epi’ y Villacampa le respondió: ‘Epi viene ahí atrás’».

El fútbol y los medios

No solo el baloncesto lo ha tocado Gómez. «Jugaba al fútbol en el colegio. Y estuve varios años en un equipo de fútbol sala de amigos que fuimos campeones de la liga veteranos local y un año fui el máximo goleador de la competición. Me gusta mucho el fútbol. Soy socio fundador y presidente fundador del Gimnástico Don Benito desde finales de los 70. Fui codirector del Trofeo Internacional Juvenil ‘Ciudad de Don Benito’ en los 80. Vinieron equipos como Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid, Sevilla, Betis, Benfica, Oporto, Sporting Lisboa, la selección de Georgia, el Nacional de Montevideo...», recuerda.

Y también ha hecho información deportiva. Comenzó en la Hoja del Lunes de Badajoz y en Radio Cadena para pasar al diario Hoy con 15 años. También ha trabajado en su comarca en emisoras como Radio 80, Onda Cero y la Cope. «Narré cientos de partidos del Don Benito y el Villanovense, así como del Doncel», comenta.

Sus ojos han visto mucho. Lo suficiente como para tener una visión propia del deporte extremeño: «Tiene destacados deportistas, pero faltan clubs en las máximas categorías de ligas profesionales… Quizás la situación económica lo hace difícil, pero creo que con más promoción e implicación de empresas, más aportaciones institucionales serían posibles». Sobre Don Benito ofrece un análisis similar. «Hace falta que los equipos de fútbol sala, fútbol sala, voleibol o baloncesto jueguen en ligas nacionales», apunta, aprobando el apoyo que se da por parte del ayuntamiento de la ciudad. «El deporte base funciona muy bien en varios deportes, pero en otros hay más de un club haciendo lo mismo, como en fútbol, con lo cual se dividen mucho en una ciudad como esta», sentencia.

A él le gustaría ser recordado «como una persona que hizo todo lo que pudo en el deporte». ¿Alguien lo duda?