La victoria fue de Dani Pedrosa. El liderato es de Jorge Lorenzo. El gran premio era el de Valentino Rossi. Estabamos en Mugello, el Jardín de Rossi. Era la primera vez en la historia en que un piloto que no había fallado jamás, jamás, a su cita con su público, estaba ausente. El Doctor llevaba corriendo 230 grandes premios consecutivos y ayer, por vez primera, no estuvo presente.

Rossi, que presenció la carrera por televisión en su habitación de la Clínica Universitaria de Florencia, llegó a emocionarse, según reconoció ayer Davide Brivio, mánager de su equipo, cuando vio el cartel que Jorge Lorenzo, su compañero en Yamaha y rival más temible, mostró a la cámara que había en la parrilla: "Todo el mundo puede sentir dolor, pero no todo el mundo puede ser una leyenda". "No sé qué le emocionó más a Vale ", explicó Brivio, "si ese cartel o el hecho de que, en el podio, Lorenzo luciese la camiseta amarilla de VR 46 de Rossi".

Todo Mugello fue ayer de Rossi, desde las laderas hasta la parrilla, desde la curva Ducati, donde los tifosi de la marca roja dibujaron la palabra Vale con cartulinas blancas, hasta la parrilla en la que Marco Simoncelli, su amigo, mostró otro letrero cautivador: "Bomber, torna presto". Al fondo se veían decenas de pancartas. La más llamativa: "Senza Vale, non vale". Sin Valentino Rossi en la pista, no vale ganar, no vale correr, no hay espectáculo.

Y Rossi, que había grabado unas escuetas palabras para la televisión italiana, lanzó su voz a través de la megafonía del trazado italiano, segundos antes de que se apagase el semáforo de MotoGP. "Ciao tutti i tifosi", empezó diciendo. "Estoy bastante bien. He visto repetida la caída y es verdaderamente sucia, brutal, pero estoy bien porque he descubierto que tengo una excelente relación con la morfina", dijo en tono cómico, dando a entender que la anestesia le mantiene feliz. "Volveré al 100%. Esperadme que pronto estaré, de nuevo, con vosotros". Y, cuando le preguntaron quién deseaba que ganase la carrera, añadió, también en tono socarrón y simpático: "Esperemos que no gane nadie".

La caída de Rossi marcó el cuarto GP de la temporada. "Nos falta el guerrero", dijo Nicky Hayden. "Cuando me he levantado he pensado ´no estará´. Y, sí, ya lo encuentro a faltar desde el primer día", añadió Loris Capirossi. "El paddock se ha vaciado de golpe", comentó Lin Jarvis, jefe supremo de Yamaha. "Es como si alguien hubiese sacado el tapón de la piscina y se hubiera escapado todo el agua".

Un bonito gesto

Los médicos, que ya hablaron demasiado el sábado, algunos hasta en exceso, como el popular doctor Claudio Costa, no abrieron ayer la boca, pero se sabe que la operación, en la que a Rossi se le introdujo un larguísimo clavo en el interior de la tibia, tan largo como el hueso, de 10 milímetros de grosor y cuatro clavos apuntalándolo por los lados, fue un éxito. Vale regresa hoy al quirófano para que le limpien la herida pues el mayor peligro en este tipo de intervenciones es que se infecte la herida.

El pronóstico, en secreto, es que Rossi puede volver en dos o tres meses. Hay quien dice que está pensando en el GP de Misano (5 de septiembre), dentro de siete grandes premios. "Ojalá vuelva ese día o antes, mucho antes", comentó Lorenzo, que añadió: "Esta es la carrera de Valentino, corremos al lado de su casa, ante su afición y él está en la cama, muy dolorido, así que, lo mínimo que podíamos hacer, es tener un detalle con él". De ahí el letrero en la parrilla y la camiseta en el podio.

Dicen que papá Graziano ha dicho que desea que se vaya "¡ya!" a la F-1. Luca di Montezemolo, presidente de Ferrari, ha comentado que "si quiere recuperarse corriendo en coche, el circuito de Maranello está abierto". Pero, olvídense, Rossi prometió a sus fans que seguirá en las motos "al 100%". Y Rossi no suele fallar. Falló ayer, sí, pero no volverá a ocurrir.