Luis García se vistió de héroe para acercar a España al Mundial de Alemania. Tocó el cielo en un estadio, el Vicente Calderón, al que guarda un hueco en su corazón pegado al Camp Nou de su Barcelona, y fue el autor de tres goles de esperanza para el fútbol español en la noche en la que cumplió unos sueños cargados de realidad.

Creció en el Real Valladolid y aprendió desde la base la dureza del fútbol. Tras abandonar los mimos de la Masía del Barcelona y pasar por Toledo y Tenerife en una cena de amigos, ante su inseparable Jordi Ferrón que triunfaba en el Rayo Vallecano, soltó con total naturalidad hablando del futuro: "Sé que llegaré a lo más alto, me veréis ganar títulos y llegar a la selección".

Su ambiciosa mirada le delataba. Hablaba en serio, desde la seguridad que le daba el interés de Rafael Benítez por llevarle al Valencia. No se concretó su pase y acabó en el Atlético de Madrid donde a base de goles se ganó su regreso a casa, al Barcelona.

Campeón europeo

Benítez acabó saliéndose con la suya y le fichó para hacerle campeón de la Copa de Europa con el Liverpool, donde desde el primer momento asumió la responsabilidad junto a Xabi Alonso y un jugador símbolo de casa como Gerrard.

Luis García (24-6-78), badalonés de nacimiento, tenía guardados para el día más importante en la reciente historia de España tres goles claves, sus primeros con la elástica rojilla en su sexto partido internacional.

En Liverpool es feliz. Allí se hizo padre tras casarse con su novia de toda la vida y cada día siente el cariño de una afición que le idolatra pero concede un trato diferente al español, sin molestarle por las calles y restaurantes. "De Inglaterra sólo cambiaría el tiempo", suele repetir con frecuencia.