El covid-19 se interpuso entre la levantadora de peso Loida Zabala Ollero (Losar de la Vera, 5-4-1987) y sus cuartos Juegos Paralímpicos, pero para ella, habitualmente abierta, optimista y muy expresiva, no hay drama alguno, al menos a nivel personal. Cuando se está en una silla de ruedas desde los 11 años por una mielitis tranversa y, tiempo después superas los malos tratos de una ex pareja, cualquier dificultad parece asumible. Su puesto en la cita de 2021 en Tokio está asegurado.

Zabala está viviendo el confinamiento y la desescalada en su localidad natal, a la que se trasladó desde su estudio en el madrileño barrio de Moratalaz cuando la situación se precipitó en la segunda semana de marzo. «Me hice unas pruebas médicas y vi que todo estaba bien. Aquí en Losar también tenía la posibilidad de entrenar bien ya que en la casa dispongo de un gimnasio de competición que adquirí en 2016 gracias a Liberty Seguros», cuenta.

Así empezaron unas semanas de trabajo duro, con los consejos ‘online’ de su entrenador, y la creciente sensación de que los Juegos Paralímpicos de Tokio tenían que aplazarse por la situación que se estaba produciendo a nivel mundial. La decisión final no pilló a casi nadie de sorpresa, aunque a algunos les ha descuadrado más y a otros, menos.

«He entrenado fuerte y también he impulsado varios proyectos desde casa, así es que he mantenido la mente activa. No me he parado a pensar en nada más. Me apasiona todo lo que hago», explica. Confiesa estar contenta por el hecho de que los deportistas que no hubiesen podido preparar en las mismas condiciones los Juegos ahora se hayan visto liberados de tener que competir en este 2020. «A mí me daba igual, pero me alegro mucho por ellos, porque dependiendo del tipo de deporte que se practique sé que se sufre mucho cuando no se puede hacer la misma preparación en unos que en otros», dice.

LA INTERPRETACIÓN / Sí que hay un efecto colateral de que la gran cita paralímpica vaya a ser en 2021 y no ahora. Para centrarse en los entrenamientos, Zabala había decidido aparcar un año los estudios de interpretación de cine y televisión que había emprendido y que tendrán que esperar un curso más. Es esta una faceta nueva de alguien que no deja de explorar sus propios límites: «Hice un documental y me di cuenta de que me gustaba mucho actuar. Fue como un antes y un después en mi vida. Empecé una diplomatura y espero continuar cuando me sea posible».

Se está refiriendo a ‘Fuerza’, un documental dirigido por Carla Alonso y producido por Grupo ROS con el apoyo de la Junta de Extremadura y la colaboración de Patrocina un Deportista, que fue galardonado como la Mejor Película o Cortometraje rodado en Madrid en el IX Festival Internacional de Cine sobre Discapacidad de Collado Villalba (FECIDISCOVI). Se centra en su día a día y muestra su lucha, talento y positividad. «Aprendí mucho», apunta.

De momento, a unos pocos metros del pabellón deportivo que lleva su nombre en Losar, espera noticias sobre la reanudación de las competiciones --las citas de la Copa del Mundo en Dubai y Colombia previstas para abril fueron lógicamente canceladas-- y cuando regrese del todo la normalidad confía en regresar a Madrid, aunque en Losar de la Vera se siente muy a gusto.