En el primer día de la Liga, el Barça empezó a ganarla. Aunque perdiera en Soria ante el Numancia (1-0). Pero hay derrotas que sirven mucho más que cualquier victoria. "Hay normas que no se respetaron, no hay excusas. Es culpa nuestra. Esto es una buena lección", gritó Guardiola tras debutar en Primera División con un tropiezo en Los Pajaritos. El técnico también dijo que los jugadores no le hicieron caso. Con el mismo once que hubiera empleado Rijkaard --solo Alves se coló en la alineación--, el Barça pareció volver a los errores del pasado. Esa inesperada caída le envió al sótano de la clasificación --el puesto 17º-- y no avanzó mucho con el empate posterior en el Camp Nou ante el Racing, situado el equipo de Guardiola en el décimo quinto lugar. Un palo para un equipo que aunque con entrenador nuevo, aspiraba a todo.

Tras Soria, dos semanas de parón por los compromisos de las selecciones y la tortura psicológica para Guardiola, que no paraba de mirar con angustia la clasificación. En El Molinón, llegó el cambio. "Hemos hecho un entrenamiento físico detrás de ellos, buscando la pelota. ¿No decían que no tenían gol Pues si no quieres una taza, toma taza y media", contó después Manolo Preciado, técnico del Sporting, asombrado por ver a Messi de delantero centro, encajando goles de estrategia --Xavi sacó un córner, Puyol tocó y Eto´o remató-- y seguro de que algo grande iba a llegar. "Prometimos que seríamos un equipo solidario. Y lo somos", soltó Guardiola. Sin la lección de Soria, nada habría sido lo mismo.