Enfrente, Rayo, segundo en la tabla, y Atlético Madrileño, jugándose el descenso. El Cacereño tenía que ganar al Flecha Negra (último) y esperar al duelo de Vallecas para saber si seguía en División de Honor juvenil. Así lo hizo. Durante la semana se había hablado y coincidido en el club extremeño que la permanencia estaba complicada, por expresarlo de la manera más blanda posible. ¿Saben cuál fue el resultado del Rayo-Atlético? Han acertado: ganaron los jóvenes colchoneros. Pronóstico cumplido. Y no sería por la lógica natural del fútbol, que apuntaría que el Rayo, subcampeón, ganaba al Atlético. Los vallecanos solamente habían perdido un partido en casa, en el inicio liguero. ¿Cómo se puede seguir siendo un romántico del fútbol en general y del deporte en particular? Es complicado, en efecto, cuando suceden este tipo de cosas tan sospechosamente ilógicas. Algo huele a podrido. La pasada semana se enfrentaban los dos filiales del Atlético. También se dio el resultado que convenía . Qué lástima. Qué fraude. Qué asco.