El mecenas del Sporting Villanueva Promesas, José María Pérez Hurtado, se lo piensa. En público sigue sin dar su brazo a torcer y continúa indignado con la creación de un nuevo club y la política del ayuntamiento, pero pocos dudan que mañana se jugará el primer partido de la fase de ascenso a Segunda División B ante el Puertollano.

"Ha sido un calentón. El sabe que desde el ayuntamiento y desde la peña que está gestionando el nuevo equipo estamos a muerte con él y con el Sporting", declaró a este diario el alcalde, Ramón Díaz, que respondió al propio Pérez Hurtado, quien le había acusado de no cumplir su palabra como argumento para amagar con retirar al club de la competición en el momento decisivo.

"Nuestros compromisos los vamos a cumplir: la cesión de los 10 años de las instalaciones y la ayuda de los 30.000 euros, además del agua y la luz", añadió Díaz, que confirmó que la semana pasada tuvo una reunión con el propio Pérez Hurtado y que en las últimas horas también había hablado con el mecenas para arreglar el conflicto planteado. "En ningún momento hay maldad", dijo, por parte de los que crean el nuevo equipo "para que jueguen los chicos del pueblo, ya que a partir de los 18 años es difícil: sólo hay uno en el Tercera", recordó. En similares términos se manifestó el secretario de la peña objeto de la discordia, Emilio Clemente.

Tanto Díaz como Clemente apoyaron al empresario y dijeron que el nuevo equipo de Regional ("que yo no soy nadie para prohibir", dijo el alcalde) no iba a competir con el suyo. Ambos reiteraron su deseo de que mañana, ante el Puertollano, se consiga un buen resultado ("iremos a muerte con el Sporting").

Mientras tanto, se espera que hoy mismo se confirme definitivamente que habrá partido. Habrá muchos seguidores del Puertollano: más de mil, con lo que se plantea otro problema añadido: el campo se quedará pequeño. También se pretende que la seguridad esté garantizada: habrá refuerzos de guardia civil y policía municipal.

Por su parte, el técnico Tinín se lamentó ayer de que se pudiera desviar la atención, aunque confió en sus jugadores.