Sobre el terreno de juego se jugó un partido espeso, aburrido en muchas ocasiones, con poco fútbol pero mucha intensidad. En la grada el encuentro fue mucho más animoso, más divertido.

Los cerca de 200 aficionados llegados desde Oviedo dieron colorido a las gradas. Ocho horas de viaje para ver ganar a su equipo en los minutos finales.

La mayoría, con varias pancartas se colocaron en preferencia. Otro cuantos estuvieron en tribuna, mezclados con los del Cacereño, que acudieron en buen número al Príncipe Felipe a pesar de ser medio día del club, por lo que los socios tenían que pasar por caja para comprar su entrada y ver el partido.

La lucha del campo pasó a las gradas. Los ovetense comenzaron muy animosos, más aún tras el primero gol visitante. Algo que no sentó nada bien a los cacereños. Tras algún que otro cruce dialéctico entre las dos aficiones el estadio empezó a cantar al unísono: "Sporting, Sporting...". Gritos de ánimo hacia el enemigo del rival.

El ambiente se calmó, pero solo por momentos. La mecha ya estaba encendida y cualquier falta disparaba la tensión entre las aficiones. La hinchada cacereña no dejaba pasar ninguna oportunidad y al poco de recordarles la existencia de sus vecinos gijonés volvían a gritar: "puxa Sporting, puxa Sporting".

Mucho ánimo

La grada del Príncipe Felipe estaba muy animosa. Quizás contagiada por los cánticos de los ovetenses, los cacereño no pararon de animar a su equipo. Tras el empate fue a más. La afición creía en la victoria y se lo hizo saber al equipo. El escuadrón verdiblanco contagió a todo el estadio con sus ánimos y preferencia y tribuna cantaban a la vez: "Vamos Cacereño...".

En preferencia se veían pancartas del Oviedo, pero también de los cacereño. Una de ellas sentenciaba: "Solo los valientes luchan con orgullo". Los valientes lucharon, pero la lucha no es sinónimo de victoria.