Curiosamente, el australiano Casey Stoner (Ducati) fue uno de los pocos pilotos que, en la noche del domingo, la del diluvio universal sobre el desierto de Qatar, votó a favor de la suspensión definitiva del primer gran premio de la temporada. Prefería no correr. Muchos creyeron que, como Dani Pedrosa, Sete Gibernau o Nicky Hayden, tenía problemas físicos en su recientemente operada muñeca derecha y prefería ganar tiempo para estar ya definitivamente bien dentro de 15 días en Japón.

Fue Valentino Rossi (Yamaha), el capo di capi, el ocho veces campeón del mundo, el líder de la parrilla reina, quien más rogó porque la carrera se desplazase a ayer lunes. "No podemos hacer este feo ni a la afición ni a la organización ni a la masiva audiencia televisiva, tenemos que correr", fue el argumento del Doctor.

Y ayer, en la mejor noche qatarí de los últimos meses, seca, sin viento, con la pista en condiciones (dos inmensos BMW de la organización rodaron durante 50 vueltas para dejar suficiente goma en la pista para que los neumáticos de las motos se agarrasen bien), Stoner cumplió como siempre cumple en Qatar: cuatro victorias en los últimos cinco años (2005, 2007, 2008 y 2009), mejor tiempo en los cinco entrenamientos de viernes, sábado, domingo y lunes, pole y vuelta rápida en carrera. Se apagó el semáforo y desapareció. Como estaba previsto. Y eso que no quería correr. El día, o la noche, que quiera correr, no se sabe qué va a ser del campeonato.

SIN RIVAL El ritmo del australiano fue demoledor. Solo le aguantó Rossi, sí, pero el italiano quedó a más de siete segundos del vencedor. El bronce, que fue para un portentoso, motivado y esperanzador Jorge Lorenzo (Yamaha), cruzó la meta 16 segundos después que el jefe de Ducati, lo que significa que casi le sacó un segundo por vuelta.

A la magnífica carrera del joven mallorquín siguió la novena plaza de Toni Elías (Honda) y una meritoria y elogiosa 11 posición de Dani Pedrosa (Honda), a quien Alex de Angelis (Honda) por poco lesiona de nuevo, descabalga de su Honda y quien sabe si le arruina el arranque del Mundial al chocar con él al protagonizar un innecesario y suicida adelantamiento (podía haberle superado en cualquier momento, pues se le veía mucho más rápido que el catalán).

También habría que destacar a Sete Gibernau quien, dos años después, vuelve. Y lo hizo en una meritoria decimotercera posición, una plaza buena para él, que dijo que lo que realmente buscaba era terminar. Y terminó, y muy dignamente.