Hay dos chicos en el pelotón con ganas de triunfar. Uno de ellos, Igor Antón, se ha pasado buena parte de estas etapas llanas moviendo la cabeza por todas partes, vigilando bicicletas rivales y tratando de evitar que una caída truncara sus sueños de debutante. El otro es Alberto Contador, más experimentado, con un Tour superado y otro, según muchos observadores, en sus piernas. Tampoco se ha caído. Ambos pueden ser entre hoy y el martes reclamo de otros contrincantes. Atacarán. No cabe duda. Al menos lo intentarán y tras sus ruedas puede comenzar a aclararse la ronda francesa del 2007.

Difícilmente de los Alpes saldrá el ganador en París. Los Pirineos reúnen este año mucha más dificultad y trampas que la cordillera alpina. No en vano, la etapa del domingo, día 22, que finaliza en la cumbre del Plateau de Beille, está considerada como la jornada reina de este Tour. Pero entre una decena de candidatos a la victoria final y alguno más que pueda animarse a luchar por el podio de los Campos Elíseos, alguno cederá.

Pero volvamos a hablar de Antón. Es la perla del ciclismo vasco. Pequeño y calladito, ganó el año pasado la etapa reina de la Vuelta, en Calar Alto (Almería), y luego se anotó la victoria en la Escalada a Montjuïc. Esta temporada ya fue tercero en el Mont Ventoux (Dauphiné Libéré). Tras seis etapas ya ha conseguido que se le pasara el susto del debut. "Esta carrera es distinta a las demás. Solo estoy pendiente de no caerme y algo intimidado por la gente que hay en la carretera. Solo espero la llegada de la montaña". Así, entre el miedo y la esperanza, hablaba hace dos días el ciclista de Galdakao, un aspirante al jersey blanco, el que identifica al mejor corredor menor de 25 años.

La llave del liderato

Contador, en cambio, ya ha sabido encontrar mucho mejor su posición en el pelotón. No en vano este año se ha anotado la victoria final en la prestigiosa París-Niza. En su equipo, el Discovery Channel, la herencia de Lance Armstrong, Levy Leipheimer se identifica como el líder. Contador navega en este Tour con absoluta libertad de movimiento. Un ataque suyo en los Alpes --lo probará-- puede ir acompañado con la llave del Tour a cuestas.

Hoy el recorrido parece más fácil, al menos hasta la primera cuesta de la Colombière. Mañana, camino de Tignes, bajo la protección del glaciar de la Grande Motte, la ruta se complica mucho más. El lunes toca jornada de reposo, y el martes llega el Galibier. El puerto más famoso de los Alpes empezará a dictar sentencia.