CACERES 2016 75: Busciglio (10), Jones (7), Kelvin Peña (22), Sanguino (12), Williams (14) --cinco inicial-- Panadero (-), López Varela (-), Gruber (8), Kitsoulis (-), Félix Ortiz (-).

ILLESCAS URBAN 80: Jiménez (7), Sancho (4), Lyons (11), Moore (7), Virgil (25) --cinco inicial-- Charquero (7), Martínez (-), López (5), Joe Alonso (14), González (-).

PARCIALES: 20-10, 33-37 (descanso), 62-58, 75-80 (final).

ARBITROS: González Díaz y Terreros San Miguel. Eliminados: Williams (37) y Gruber (39).

INCIDENCIAS: Primer partido de la semifinal de la Final a Cuatro de ascenso a LEB Oro.

Fue bonito mientras duró, que diría el romántico. El Cáceres se bajó del vagón de la LEB Oro dándose de bruces con la ley inexorable de la competición. Pudo, pero no supo. Quiso, pero no pudo. El Illescas jugará hoy por el ascenso ante el Gijón (21.30). Los extremeños se dieron al darse de bruces con la realidad del perdedor. La temporada tocó a su fin en un ejercicio trágico, en un epílogo de tristeza absoluto.

Toda la segunda vuelta inmaculados en casa, pero al llegar la hora definitiva ha llegado el batacazo. El balance es positivo, empero: se han reverdecido laureles baloncestísticos y se ha recuperado la ilusión. Con eso se quedaban los dirigentes, la afición y los jugadores de la tierra. Lo demás no consolaba a nadie.

El proyecto cacereño ha renacido de las cenizas de un club quemado. En una temporada se supone que de transición, se ha llegado a la orilla. Lo de ayer fue un amago de asfixia, que no ahogamiento. Un accidente de un regalo añadido. Se ha armado una nueva estructura, que no es poco, y ya se puede creer en algo.

MUCHO EN CONTRA El Cáceres, en fin, siempre estuvo vivo, pese a toparse con infinidad de adversidades. La primera --y puede que clave-- fue la lesión en un hombro de José María Panadero, el hombre más en forma del equipo, noqueado nada más salir. Sin su espíritu, sin sus tiros, el grupo de Manuel Piti Hurtado es menos grupo. Panadero lloró de impotencia e insultó con saña al causante de su dolencia, el uruguayo Claudio Charquero.

Capítulo aparte merece un arbitraje al que no se podía pedir ni siquiera que fuese políticamente correcto, pero sí algo bien distinto a lo que fueron. La pareja de colegiados se lució ante la mirada del extremeño José Luis Sáez, presidente de la Federación Española. Su labor fue excesivamente meticulosa con los locales y permisiva con los visitantes. El Cáceres quedó indiscutiblemente tocado con este factor.

El Cáceres, en cualquier caso, dominó el partido hasta que se lesionó Panadero, sexto hombre, que salió al final del primer cuarto supliendo a un perdido Pollito Peña. Hasta entonces, no hizo falta que se manifestase el talento del dominicano porque el partido estaba controlado (20-10, fin del primer cuarto). La buena defensa de los anfitriones descentró a los tiradores toledanos, que solamente tenían el recurso de la fortaleza de Moore (finalmente jugó) y la elasticidad de Virgil, el jugador que marcaría después diferencias.

DOMINIO GLOBAL La buena dirección Busciglio-Jones, con el añadido de su espíritu defensivo, llevó al Cáceres a dominar claramente la contienda, con Sanguino y Williams compensando extraordinariamente los kilos del Illescas dentro. El problema empezaban ya a ser las personales.

El duelo se volteó en el segundo cuarto, con un Illescas mejor, guiado por los estratosféricos triples de Joe Alonso. Williams cometió su discutibilísima tercera falta en el minuto 21, circunstancia no menos definitoria en la lucha en la zona. El Illescas cogió la delantera hasta un 33-38 en el inicio del tercer cuarto marcado por las dudas locales. Hasta entonces, El Pollito solamente había anotado un punto. Todos le esperaban. El escolta se hizo el dueño del balón y terminó el cuarto con 20 puntos, un dato que ya lo dice todo. Toda una suerte de canastas inverosímiles que levantaron la euforia en los cuatro costados del Ciudad de Cáceres.

Increíble fue la remontada hasta que los extremeños se situaron con 60-51 tras una canasta de Gruber (min.29). Ahí se apagó la luz, al mismo tiempo que se encendió destructivamente para los intereses locales la de un Illescas que compitió extraordinariamente.

Se inició el último cuarto con todas las opciones, pero Jones, Gruber y Williams no recibieron la bula arbitral. Jones y Busciglio, además, ya sufrían problemas físicos. Panadero estaba, en éstas, al borde de la depresión en el banco. Lógico.

El duelo se igualó extraordinariamente en el electrónico, pero el Cáceres estaba muy tocado. Virgill campeó por sus anchas en la zona y a falta de 4:30, el Illescas tomó una delantera que ya no soltó nunca.

Los extremeños lo intentaron con todas sus fuerzas, pero éstas eran pocas, y sus ideas también se habían diluido por entonces. Además, El Pollito no podía ser el eterno encestador y su condición de héroe se diluyó cual azucarillo introducido en un café caribeño. Era lógico: la munición se le había gastado. Había terminado un sueño, pero la película tendrá continuación la próxima temporada.