Supersticiones. Rituales. Manías. Llamadlo lo que queráis. No importa cuánto y cómo se ha entrenado toda la semana. Lo cierto es que cuando llega la hora de competir, casi todos los deportistas se aferran a pequeños hábitos adquiridos para sentirse más tranquilos y cómodos.

La superstición más grande en el deporte colectivo tiene que ver con el número de la camiseta. Los jugadores creen que un número simbólico en sus vidas o con el cual hayan hecho una buena temporada es importante para seguir dándoles "suerte" en su carrera deportiva.

Hacer exactamente la misma rutina el día del partido es una de las costumbres más comunes. Desde comer siempre la misma comida, dormir el mismo tiempo de siesta, tomar café, escuchar las mismas músicas, bailar, rezar, ponerse la misma ropa interior, usar el mismo peinado, ponerse las zapatillas siempre por el mismo orden y apretarlas ya sentado en el banquillo. ¡Son pocos los que no hacen nada de esto y hay quien lo hace casi todo!

Ya en el calentamiento, los rituales más habituales son el de colocarse siempre en el mismo sitio de la pista y el meter el último tiro, que algunas veces es cosa de un jugador, pero muchas veces es una preocupación de todo el equipo.

Luego hay muchos jugadores que ocupan siempre los mismos sitios en el banquillo mientras el equipo va ganando o que colocan las botellas de agua en una disposición especifica. La superstición más mítica de siempre será la de entrar con el pie derecho en la pista. ¿El ritual más curioso que conozco? Alguien que cruje los dedos de los pies antes de tirar un tiro libre.

Sobre las lesiones, hay quien no se vuelve a poner nunca más las zapatillas con las cuales se ha lesionado y he descubierto que hay quien juega con un rosario en el pie para protegerse de los habituales esguinces.

Claro que hay deportistas sin ningún tipo de supersticiones, ni rituales, ni nada que se parezca. Y la verdad es que casi todos estos detalles dejan de ser una preocupación cuando se tira el balón al aire. ¿Y por qué? Porque los jugadores saben que estas cosas no van a cambiar su prestación en el partido. Sólo cumplen con los mismos rituales por ser una forma de concentrarse, sentirse más tranquilos y seguros a la hora de empezar el partido. No se puede pedir que unos calcetines nos hagan jugar mejor y lo sabemos. En definitiva el mejor ritual, la superstición más creíble es el buen entrenamiento diario.