Quedan menos de 100 días para que empiece el Mundial y los surafricanos "no pueden esperar más", como reza el eslogan oficial. La emoción y las expectativas que ha generado el primer evento de este tipo celebrado en todo el continente son enormes, y eso que aún no se ha dado el pitido de inicio.

Quedan menos de 100 días para que empiece el Mundial y los surafricanos "no pueden esperar más", como reza el eslogan oficial. La emoción y las expectativas que ha generado el primer evento de este tipo celebrado en todo el continente son enormes, y eso que aún no se ha dado el pitido de inicio.

Por el momento, Suráfrica puede estar orgullosa de llegar a la cita con los deberes hechos. Todos los estadios --excepto el Mbombela, en Nelspruit-- están acabados, incluidos los modernísimos Soccer City de Soweto y el Moses Mabhida de Durban, que ya se pueden contar perfectamente entre los mejores del mundo.

La fiebre constructora también ha alcanzado a los aeropuertos, buena parte de la red de carreteras, los centros urbanos, el transporte público y la cobertura de teléfonos e internet. Solo despierta dudas el Gautrain, el tren rápido que tiene que conectar el aeropuerto internacional con Johannesburgo y Pretoria, y que no se terminará antes del 1 de junio.

Aluvión de aficionados

Este esfuerzo, además, debe servir para "asegurar el desarrollo más allá del Mundial", dice un exultante Mike Sutcliffe, alcalde de Durban, la tercera ciudad del país y una de las que más se ha beneficiado de las nuevas infraestructuras. De momento, esta inversión se ha notado en la economía. Se cree que del 2,3% de crecimiento del PIB del 2010, un 0,5% estará relacionado directamente con el Mundial.

Aunque la crisis internacional y la lejanía de Suráfrica van a pasar factura, la FIFA calcula que vendrán entre 300.000 y 500.000 aficionados para animar a sus selecciones. Esto representa un 5% de los visitantes anuales totales, concentrados en un solo mes y a menudo en sitios de poca tradición turística. Para alojar esta avalancha no solo se ha habilitado una densa red de hostales y bed and breakfast , sino que por primera vez la FIFA ha abierto un registro para que particulares puedan alquilar habitaciones o apartamentos a los turistas con el aval del organismo. El mismo sistema se está utilizando para asegurar que los servicios de taxi no queden desbordados.

Pero las ganas de los surafricanos de aprovechar a fondo la llegada de visitantes puede, paradójicamente, matar la gallina de los huevos de oro. Diversos analistas han advertido del "aumento abusivo" de los precios de hoteles, coches de alquiler y tours turísticos. Ultimamente, encontrar casa en Johannesburgo se ha convertido en un grave problema por la reserva de pisos en espera de alquilarlos en el periodo que dure el Mundial. Y más: hace unas semanas el gobierno abría una investigación contra las principales compañías aéreas nacionales al sospechar que estaban pactando los precios de los billetes.

El temor principal de los visitantes sigue siendo la alta tasa de criminalidad que sufre Suráfrica, con más de 18.000 asesinatos al año. Los esfuerzos gubernamentales han sido ingentes: un presupuesto de 150 millones de euros, formación de 15.000 nuevos policías y refuerzo de la seguridad privada.

Chalecos antinavajas

Pero en la prensa de todo el mundo se sigue destacando este punto como uno de los principales problemas del Mundial. Una insistencia que ha llegado a provocar el enfado del presidente de la FIFA, Joseph Blatter, quien atribuye a "prejuicios" las severas críticas.

El atentado contra la selección de Togo en las horas previas a la disputa de la Copa de Africa no ha ayudado precisamente a calmar las aguas por mucho que el presidente del Comité Organizador, Danny Jordaan, se haya desgañitado repitiendo que "Suráfrica no es Angola". Algunos han encontrado un filón en este ambiente de miedo. Una firma inglesa ha lanzado recientemente un chaleco antinavajas, especialmente diseñado para los turistas del Mundial.