Lo dijo Valdano, pero lo pensábamos todos: el fútbol es un estado de ánimo. Y tanto. Si la pelota entra en la portería, todo son sonrisas y esperanzas. Pero si no entra, malagueña. Y así vive el Extremadura, entre vaivenes emocionales. Ante el Lugo, la cosa salió bien. Pero ayer, la tarde salió torcida por completo. En todos los sentidos.

Primero, sobre el verde, dondel equipo estuvo desdibujado y muy superado por el planteamiento del Tenerife. La tarde no fue buena para Alex Alegría, para el que todo habían sido sonrisas desde su llegada a Almendralejo. El delantero placentino estuvo agobiado por la presión de los centrales insulares, especialmente de Alberto, que le tuvo la marca fija y no lo dejó moverse. Para postre, acabó expulsado por doble amarilla. La segunda, muy rigurosa, después de que pugnara precisamente con Alberto por una pelota y el central fuera con la plancha y Alex con el empeine.

Tampoco fue el partido para la defensa del Extremadura. Sólo Ale Díez se salvó. Bastos sufrió en exceso en un lateral, el izquierdo, que no es el suyo y que no tiene recambio. La peor parte se la llevó Pardo, cuyo penalti le señaló por completo y escuchó pitos de la grada.

La tarde tampoco salió derecha para Manuel Mosquera, ca bizbajo en sala de prensa, casi como nunca se le ha visto. «No tengo sensaciones, sino realidades. Han sido mejores que nosotros. Hemos ido cometiendo errores tras errores y el Tenerife ha encontrado un escenario perfecto. No podemos buscar excusas».

El técnico gallego consideró que el equipo de Baraja supo leer muy bien el partido con superioridad numérica y no quiso señalar a Pardo por la jugada clave del penalti: «si fallamos, lo hacemos todos. Somos un equipo».

Siempre agarrado a la esperanza, Manuel habló de no arrojar la toalla y seguir en la pomada, aunque esta vez su mensaje tenía menos cuerpo que en anteriores ocasiones por el repaso tinerfeño.

Tampoco el palco vivió su mejor tarde con enfrentamientos continuos entre los dirigentes del Extremadura, unos del grupo de Franganillo y otros del grupo Oliver, evidenciando que no corren buenos tiempos y que aún no han llegado a un entendimiento real entre las partes.

Para postre, la tarde tampoco salió derecha en la grada, donde varios aficionados tuvieron que sufrir la carga de la Policía Nacional en el tramo final del partido, llevándose a varios de ellos a comisaría para pedir explicaciones. Además, Cruz Roja atendió el desvanecimiento de una joven que, finalmente, se recuperó.

Salió todo torcido. Queda saber si es casualidad o fruto de los acontecimientos.