Perder es una sensación que cuesta aceptar y sería cómodo decir que la derrota ha sido una más y que no pasa nada, pero es que la realidad de la canasta en Cáceres acabó con el sueño del ascenso, pero aún así no ha podido borrar infinidad de momentos que han tenido lugar en Cáceres desde esa primera canasta sobre la bocina de Gruber en septiembre hasta el doloroso final. Los toledanos no han podido con el regreso de los pitidos de los coches al centro de la ciudad, con las colas en las taquillas recordando a la época dorada, con las fiestas en el Multiusos cada viernes. Argumentos tópicos pensarán algunos, pero verdaderos. Era una ocasión única para conseguir un ascenso de película, pero tampoco hay que dejar a un lado que estas amargas derrotas hacen más sabrosas la victorias. Esta muesca en la piel tendrá una primera fase de cicatrización donde los aficionados sufrirán una y otra vez con instantes claves, después será un mal recuerdo y finalmente se convertirá en una batalla melancólica a contar. Por ello hay que estar orgullosos, ya que se vuelve a soñar con tatuaje de LEB Oro.

*Redactor jefe de ´A pie de pista´.