Los dos mejores equipos del voleibol femenino español; el Tenerife y Murcia, solventaron sin agobios las primeras eliminatorias de la Copa de la Reina que se disputa en la localidad madrileña de San Sebastián de los Reyes. La clasificación de murcianos e isleños no es ninguna sorpresa, pues en los pronósticos son los dos candidatos al podio final; especialmente el Tenerife, que ha ganado esta competición en los últimos diez años y, aunque no estuvo todo lo bien que se esperaba, se impuso con claridad a un Benidorm que le arañó un set. El triunfo del Marichal no es ninguna sorpresa, pero si lo es el set que le endosó el Benidorm, el segundo (25-21), marcando en ese periodo las pautas a seguir y navegando con una renta de tres y cuatro tantos lo que obligo al técnico tinerfeño Rafael Prado a pedir tiempo muerto y al mismo tiempo retocar su plan de juego que no dio resultado, pues la alicantinas supieron administrar perfectamente su renta. Una igualada a un set que fue una especie de espejismo, pues en el tercero las tinerfeñas echaron mano de la reserva, de las pocas fuerzas que traían de Italia donde dieron un repaso al Livorno, para imponer su clase y técnica ante un Benidorm que sin hacerlo mal no acertaba en recepción y muchos menos en los remates, donde las tinerfeñas bloqueaban sin mayores agobios. El consuelo para las alicantinas es que es uno de los pocos equipos que en competiciones ligueras le ha ganado tres set, en la liga 2-3 en la ida y en la vuelta 3-0, y en Copa de la Reina 3-1. En la segunda eliminatoria también se cumplieron los pronósticos, pues uno de los clásicos del voleibol español como es el Gupo 2002 Murcia se imponía con más facilidad de lo esperado a otro de los clásicos como es el Universidad de Burgos que dejo claro que no atraviesa por su mejor momento y prueba de ello el tres a cero que encajó. Las murcianas impusieron desde el primer momento su clase tanto en bloqueos como en recepción, ante unas burgalesas que se acercaron en muchas fases de los tres sets, pero en la recta final cometieron demasiados errores que fueron perfectamente aprovechados por su rivales para jugar con una renta que, en el peor de los casos, oscilaba entre tres y cuatro tantos.