Un día, por allá el 2001, cuando Joaquim Rodríguez dio el salto al profesionalismo (su padre y su hermano también han sido ciclistas), alguien lo oyó resoplar en el pelotón. "Parece que estés fumando un puro", le dijeron. Se le quedó el apodo, y como es tirando a pequeñito (1,70 y 55 kilos de peso), se rebajó el mote al de ´Purito´. Y así lo conocen todos en el pelotón. Y a él, lejos de enfadarse, el término le agrada. Cuando llegó al conjunto Caisse d´Epargne enseguida hizo amistad con Valverde. Ambos, fuera de carrera, siempre han sido considerados los más gamberros, los más bromistas. Escalador infatigable, es también un corredor que busca despuntar en las clásicas. Este año fue segundo en la Lieja-Bastogne-Lieja. "Esta medalla de bronce es un premio para mí, porque siempre estoy ahí. Y es muy difícil", dijo ayer. "Con 30 años tengo aspiraciones". Y por eso se va en el 2010 del Caisse d´Epargne al conjunto ruso del Katusha. El tiene una ilusión. Eusebio Unzué, su director, nunca lo ha considerado un hombre Tour. Y él quiere probar fortuna en la única gran carrera que jamás ha corrido para dejar de ser gregario.