El archiconocido cineasta californiano George Walton Lucas, inventor de fantasías inigualables como Star Wars o Indiana Jones, ya lo dijo: "los sueños son sumamente importantes como para que algo se haga sin que antes se imagine". La película de Miguel Durán Navia no está aún ni en papel, pero bien puede nacer en el verano de 2008. Por entonces, un pipiolo de 12 años que ya chapoteaba como un cisne sobre el agua, contemplaba pegado al televisor como el nadador más grande de todos los tiempos, otro Miguel de apellido Phelps, se colgaba ocho medallas de oro en los Juegos de Pekín. "Desde ese verano no he pensado en otra cosa que no sea en llegar a unas Olimpiadas". Y ahí empezó a escribir su historia.

Cariñosamente, en su ciudad, le apodan el 'Phelps de Almendralejo'. El alcalde, varios concejales, su antigua entrenadora, amigos y medios de comunicación le han recibido esta semana como un héroe en casa. Es el primer olímpico de la capital de Tierra de Barros. "Todavía recuerdo cuando lo dejamos en Sabadell. No entendía nada de catalán y tenía la sensación de que se reían de él. Lo pasó fatal y quiso venirse, pero aguantó". Su madre, Manuela Navia, cuenta las anécdotas más duras de un recorrido que ahora toma forma de sueño. Junto a Manuel Durán, padre de Miguel, han vivido en primera persona el éxito de su hijo. Fieles incondicionales en todas sus citas.

INSACIABLE En Sabadell, Durán rompió el reloj batiendo el récord de España de 400 libres con un tiempo de 3:48:96. El crono le regaló el pasaje a Brasil y la tranquilidad de buscar la otra mínima en los europeos de Londres. "Ahora tengo menos presión y, de este modo, creo que la mínima del 200 también va a salir. Es una espina clavada que tengo". Firme, con sangre fría y la confianza de un depredador: "en la cabeza tengo una posible final olímpica. Estamos entrenando a ritmo para hacerlo mejor que en el Open".

Fuera de micrófonos, Durán ablanda su tenacidad y asume el inmenso sacrificio de detrás. Meses sin salir con los amigos, siete días de trabajo a la semana, infinitas horas de entrenamiento. Una estricta alimentación y cero excesos. Por la bajini, alguien desgarra: "están metidos en el centro de trabajo como si estuvieran encerrados en zulos. El trabajo que hay detrás nadie se lo imagina". Se ablanda su madre, desde lo más profundo.

Durán busca mínima para los 200 libres y espera estar en el relevo 4x200. Pero el hambre no se detiene. "Iré a Río a mejorar mis marcas y dejar a España en un buen puesto. Si llegamos con confianza, esas marcas se rebajarán seguro", afirma con rotundidad. Ostenta los récords nacionales de 200 y 400, es decir, que lo de rebajar marcas es, directamente, pulverizarlas otra vez. Pero ya saben lo que dijo George Lucas...El tiburón de Almendralejo afila dientes para Río.