La catarsis que ha sufrido el Cacereño en los últimos tiempos ha sido espectacular. El giro tomado, radicalmente distinto al que movía al club desde los inicios del milenio. El aterrizaje en el club del empresario Antonio Martínez Doblas ha supuesto una recuperación de las raíces de la entidad. El nuevo propietario del club de la carretera de Salamanca ha diseñado unas pautas que devuelven al Cacereño a su esencia. Para ello ha contado con la inestimable colaboración desde la dirección deportiva de Angel Marcos, quien como aplicado delineante ha trazado, con compás y cartabón, las líneas maestras del nuevo proyecto.

En el nuevo escalafón establecido, Javier Moreno ocupa un papel primordial. Fundamental es, sin duda, la labor que desde hace unos meses está llevando como máximo responsable de la cantera verde. Es un trabajo callado, de largo recorrido, pero hermoso. El Cacereño surgido de las cenizas de Félix Campo y Pedro Rossi quiere apoyarse de forma incuestionable sobre la cantera. Una cantera que se quiere proceda no solo de la ciudad, sino de toda la provincia. Es un proceso embrionario. Acaba apenas de arrancar. Es pronto, pues, para juzgar sus resultados. No los hay aún. Solo ideas, proyectos, primeros contactos, esbozos, apuntes, cambios en las maneras... El tiempo dirá si los responsables de llevar al primer equipo a los cachorros criados en su regazo ha merecido la pena. La recompensa o no la juzgará el inexorable paso de los años.

No se quiere hacer leña del árbol caído. Es éste un proyecto que no nace viciado por los reproches. Borrón y cuenta nueva han pensado. Solo vale mirar hacia delante. Lo que cuenta es lo que se haga a partir de ahora. El Cacereño ha heredado en sus jerarquizadas categorías inferiores tres equipos. Las categorías: infantil, cadete y juvenil nacional. Esa es la base. A partir de ahí, el futuro. Un futuro plagado de rosas y espinas. Pero ilusionante y zalamero.

En el horizonte más próximo está crear un estilo. Cosa nada fácil. Parece que ni siquiera está muy claro cuál será éste. Se sabe lo que no se quiere o lo que no se puede lograr. Se es consciente de que las autopistas no valen aquí. Habrá que coger caminos para luego desembocar en carreteras comarcales. Y así sucesivamente. "Dentro de nuestras posibilidades, tenemos que definir nuestro propio estilo", resalta sin concretar Javier Moreno.

El director de la cantera cuenta, en estos momentos, con el apoyo de los máximos dirigentes del club. Una de las primeras medidas que se han tomado es la creación de un equipo filial, el Cacereño B, donde se irán fogueando los chavales de la cantera y que servirá de penúltima criba para alcanzar la meta del primer equipo. El trabajo será metódico y, claro, a largo plazo: "Nuestro trabajo será captar jugadores de toda la región de juveniles para arriba, dejando que los clubes de Cáceres dispongan del resto para no entrometernos en su trabajo".

Toda una declaración de intenciones. Moreno sabe que las relaciones del Cacereño con muchos clubes de la ciudad no han sido modélicas los últimos años y quiere limar asperezas y pasados resentimientos que provoquen un nuevo orden futbolístico en la ciudad basado en la colaboración mutua. El mayor beneficiado -y lo tienen claro-- de esta política de mano tendida será siempre el Cacereño, como indiscutido emblema futbolístico de la ciudad.La idea de un Cacereño como nave nodriza del fútbol provincial subyace en un club con remodelada carrocería: "Queremos acercarnos a todos los clubes de la ciudad y de la provincia que quieran estar con nosotros. Hay que transmitir a los chavales esa sensación de alegría y recompensa que es llegar a jugar en el equipo de su ciudad".

Moreno lo sabe. Sabe que hay que apelar a ese sentimiento. A la recuperación de ese ´Gran Cacereño´ que se instale en el deseo de los más jóvenes futbolistas de Cáceres. En ello están.