Hay más lanzadores extremeños que dan que hablar aparte de los que genera la factoría de Antonio Fuentes en Montijo con Javier Cienfuegos como referente obvio. La gran sensación de la temporada invernal está siendo Tino Salas Rebolleda, un especialista recuperado para la causa.

Salas nació en Madrid el 24 de octubre de 1992, pero no se puede cuestionar su extremeñidad si se tiene en cuenta que sus padres se trasladaron a Torrequemada cuando él solo tenía 4 años. «Ellos querían cambiar de aires», comenta. Su progenitor es de la localidad cacereña, donde el pequeño Tino creció.

Lo suyo con el atletismo fue casi un flechazo, por mucho que a veces le pusieran de portero cuando jugaba al fútbol en el pueblo. Su hermana mayor, Susana Salas, fue la que impulsó a que llevasen a ambos a las escuelas municipales de Cáceres para iniciarse de la mano de Víctor Ronco y Carlos Baz. Ella acabaría teniendo buenas actuaciones como velocista, mientras que Salas se especializó en los lanzamientos, pese a que también probó con el campo a través. «Ya se sabe: estaba gordito y el gordito siempre acaba ahí».

Camino de León

Camino de LeónTenía 12 años entonces y, «aunque todo lo hacía para divertirme», empezó a asomarse a los campeonatos de España de distintas categorías de formación gracias a sus buenas marcas, ya tutelado por Pedro Talavera.

Cuando le llegó el momento de empezar a estudiar una carrera universitaria, las posibilidades que tenía de progresar más todavía le facilitaron una beca en el Centro de Alto Rendimiento de León, donde pretendía compatibilizar deporte y la licenciatura de Veterinaria.

Fue un reto demasiado complicado para él. «Con Víctor Rubio y Carlos Burón entrenábamos mucho, pero hubo un momento, cuando desaparecieron las ayudas, que me desilusioné. Me costaba mucho hacer las dos cosas a la vez y pensé en lo que tenía que pensar».

Su decisión fue irse de León y marcharse a Madrid para centrarse más en su carrera, en la que las notas estaban flojeando, dejando bastante aparcado el atletismo. Y eso que en aquel 2014 había conseguido los que todavía son los mejores registros de su carrera: 15,47 metros en peso y 47,29 en disco.

En la capital de España llegó a jugar al rugby al tiempo que sus calificaciones mejoraban. «Volví a tomarme el atletismo de otra manera, como una afición, aprendiendo mucho de José Luis Martínez, que es un entrenador mítico. Acabé Veterinaria y empecé a trabajar en una empresa, viajando mucho, haciendo un poco de todo», explica.

Y en esas anda, mejorando mucho. Dejó la AD Marathon y empezó en el Atletismo Alcorcón, la ciudad donde entrena por las noches «con un grupo que tiene unos horarios que me vienen muy bien por el trabajo. He ido haciendo cosas, cogiendo una rutina que había olvidado». Le está muy agradecido al que ahora es su entrenador, José Manuel Martín, «porque me está haciendo un plan especial, adecuado a las circunstancias que tengo».

La consecuencia ha sido, inesperadamente, batir dos veces seguidas el récord de Extremadura de peso en pista cubierta (ahora 15,19 metros). «Me ha sorprendido mucho. Esperaba estar en 14 metros, pero no meterme en 15 y algo. La pena es que en entrenamientos estoy haciéndolo incluso mejor. Muchas veces es mejor ni medirlo. Lo que lanzas en los entrenamientos y los nulos en una competición sirven para lo mismo», bromea.

Su objetivo en la temporada al aire libre es pulverizar los récords extremeños tanto de peso como de disco. Ambos los tiene desde el ya lejano 1999 el argentino nacionalizado español Óscar Ubaldo Peñalba (15,58 y 48,54, respectivamente).

«Me voy a quedar fuera del Campeonato de España, que es muy exigente, pero lo que estamos haciendo ya son marcas decentes. Es una referencia, un golpe en la mesa importante», sostiene. La clave, en su opinión, es que «la edad me ha hecho madurar y ahora voy más tranquilo. Creo que puedo mejorar este año y alcanzar los 16 metros al aire libre y estar por encima de los 50 en disco».