"¿El coche va bien?", le preguntó Rod Nelson a Fernando Alonso en la primera comunicación por radio entre el piloto y su ingeniero. Ralf Schumacher le había sacudido por detrás en la primera curva y el gran premio podía haberse ido a la basura tras sólo 500 metros de carrera. "Todo bien... creo", contestó incrédulo el ovetense. Flavio Briatore resopló.

José Luis, el padre de Alonso, y Luis Abad, el mánager, prefieren ver las carrera fuera del box, solitos en el motorhome. A José Luis no le hace falta escuchar por radio a su hijo, sabe todo lo que le pasa por la cabeza con sólo ver la televisión sin comentarios. Allí, Abad aspiró el humo de otro cigarrillo después de romper su abstinencia.

"Esto es una guerra fría y nada es lo que parece", advirtió Abad desde que el viernes los Renault se mostraron lentos a propósito y el sábado por la mañana mucho más rápidos de lo que podrían ir en carrera. Se trataba de confundir a McLaren.

Mago metido a piloto

La idea partió de Alonso, un aprendiz de mago al que le gustan los trucos, las sorpresas desde que era un niño. Y lo logró. Por eso recibió su sexto puesto en la crono con un brillo de malicia en sus ojos. Kimi había metido menos combustible en su coche para defender un buen puesto en la parrilla y eso le obligaba a parar antes a repostar, con lo que tendría que cargar su coche con un peso extra de combustible después, justo cuando sus neumáticos, más blandos, lo acusarían más.

"Tranquilo, tranquilo", le gritaba Rod Nelson por radio a Alonso, que se desesperaba ante el tapón que ejercía Coulthard. El ingeniero de pista veía como Raikkonen comenzaba a maltratar sus gomas. Lo hizo en tres ocasiones. Cada vez que apuraba la frenada en exceso, su neumático delantero se bloqueaba y quemaba una pequeña superficie de la que salía una humareda blanca. Se llama hacer un plano. Esa superficie abrasada pierde adherencia respecto al resto del neumático, así que en la siguiente frenada al límite la rueda va girando con una resistencia máxima hasta que el asfalto encuentra la zona dañada, la que tiene menos adherencia. Y, entonces, vuelve a trabarse, justo por el mismo sitio, otro plano, más herida.

"Con dos, el coche vibra mucho; con un tercero, lo jodes", suele comentar Alonso. Es entonces cuando la goma comienza a deformarse.

Las dudas de Dennis

Y en ese estado estaba ya el de Raikkonen cuando Rod Nelson abrió de nuevo el canal de su radio con Alonso: "¡Tira, tira, vete a por él!". Pierre Duparsquier, el jefe de competición de Michelin, estaba en el box de McLaren, advirtiendo que la goma no llegaría al final. Los mecánicos del equipo inglés prepararon el repuesto pero Ron Dennis, el jefe de equipo, no llegó a dar la orden de hacer entrar a Kimi. Las de Alonso, encambio, estaban intactas. Por eso las golpeó con palmaditas al acabar. Su estrategia había resultado. Briatore estalló de alegría en un ataque de locura que pagó con un comisario, chocando sus pechos con un saltito.