No dirá que no le avisaron, que no se lo advirtieron organizadores, pilotos, equipos, periodistas... Que no le previnieron de que en esta época del año siempre llueve torrencialmente sobre Sepang al caer la tarde. "Si lo sabré yo", debió pensar Bernie Ecclestone. Al multimillonario y septuagenario inglés le da igual. Le compró los derechos televisivos de la F-1 (100 años) a la FIA por un euro, los vendió en una millonada a Kirch y los recuperó por cuatro perras al quebrar el hólding alemán de comunicación. Los volvió a revender a CVC Partner y, de nuevo, son suyos gracias a la participación que poseía en la empresa y la quiebra de Lehmman Brothers. El negocio es suyo y manda él. Si se le ocurre un GP nocturno, lo saca adelante, como en Singapur, y si se le mete entre ceja y ceja otro GP por la tarde en Australia y Malasia, pues se corre por la tarde. Todo por un horario que aumente las audiencias en Europa, pero esta vez le ha salido al revés. O no.

Pilotos enojados

"Para qué voy a decir nada del horario, de la lluvia o de la luz, si nuestra opinión no cuenta", decía Kimi Raikkonen, pocos minutos después de vestir las chanclas, bermudas y degustar un helado mientras el resto de pilotos iban y venían en corrillos bajo la lluvia para tomar una postura común tras la neutralización del GP.

Puede que a Ecclestone le sirva la hora y 57 segundos que transcurrieron entre la salida de la carrera y la decisión de neutralizarla, es posible que en ese tiempo haya rentabilizado el negocio, pero los 50 minutos de espera que transcurrieron hasta la suspensión definitiva ofrecieron una imagen muy poco atractiva de la F-1. Fernando Alonso, Mark Webber y Jarno Trulli, los tres miembros de la comisión ejecutiva de la asociación de pilotos (GPDA) que preside Pedro de la Rosa, rápidamente encontraron el apoyo del resto para plantar cara a Bernie y a la FIA. También de Lewis Hamilton, al que Pedro consiguió meter este año en la asociación. "Todos los pilotos con los que hablé estaban de acuerdo en suspender la carrera, pero la decisión es de Charlie Whiting el delegado de seguridad de la FIA, es él quien toma las decisiones y no suele preguntar demasiado", reveló Alonso. En su reunión habitual antes de la carrera, los pilotos ya habían consensuado que cuando llegara el momento, la posición debía ser no volver a salir. La seguridad tenía que prevalecer sobre cualquier otro interés comercial.

La noche se echaba encima, pero no fue ese el argumento que más pesó para mandar a todos para casa. Algunos, como Alonso (conoce este negocio como nadie), se refugiaban en el box para evitar la lluvia convencidos de que no se seguiría. Otros, Brawn y Toyota, buscaban viseras nuevas para sus cascos e incluso regresaban al coche ante una eventual reanudación, mientras Claudio Garavini, subalterno de Whiting, reorganizaba una parrilla en la que se había producido ya una medio desbandada. La FIA se resistía a suspender la carrera, o quizá fue solo un paripé. La decisión definitiva se tomó --Ecclestone, sí-- cuando se cumplían las dos horas de carrera, el tiempo habitual de retransmisión, el tiempo concertado con el satélite. Ceremonia del podio y a correr. A otro sitio, claro.