La cita, como es habitual, es en Australia, el hermoso, típico y gracioso circuito urbano de Melbourne al que la gente accede incluso en tranvía. La parrilla seguirá integrada por 20 bólidos aunque, por lo ocurrido en los entrenamientos invernales, parece que sólo tres escuderías están en condiciones de pelear por la victoria. Ferrari, como no, liderada por Michael Schumacher y completada por Rubens Barrichello. Los rojos utilizarán el coche viejo, actualizado aerodinámicamente. Renault, con Fernando Alonso a la cabeza y un R25 que ha dejado boquiabierto al mundillo de la F-1. El asturiano estrena compañero: el italiano Giancarlo Fisichella. Y McLaren-Mercedes, con un gran coche, el MP420, un magnífico motor y una pareja muy diferente pero enormemente competitiva: el impulsivo Juan Pablo Montoya e iceman Kimmi Raikkonen.

Idéntica velocidad

El Mundial arranca con tres cambios importantes, que pretenden aumentar la seguridad, reducir el riesgo y frenar la velocidad de los monoplazas. Se ha recortado carga aerodinámica en los coches, sólo se puede utilizar un juego de neumáticos por carrera y ha de emplearse el mismo motor en dos carreras.

Nadie cree que esos cambios, encaminados a disminuir la adherencia para perder velocidad en curva y favorecer así los adelantamientos, se traduzcan en una mayor emoción. El campeonato sigue contando con el eterno campeón Schumi como un claro favorito.

En Renault, pese a las buenas sensaciones de la pretemporada, se palpa la presión por diversas razones. Una, su presidente, Louis Schweitzer, ha asegurado que si no ganan abandonarán la F-1 "pues no nos interesa estar ahí como simples acompañantes del circo ". Dos, es el último año de contrato de Flavio Briatore. Y, tres, es el último año de contrato de Fernando Alonso. Tal vez por ello, el millonario italiano acaba de asegurar: "Fernando está en condiciones de repetir lo que Schumacher hizo el pasado año, cuando pilotó como un taxista, con el codo en la ventanilla".