Ya se ha abierto la veda. El Tour ya no está para bromas, ni para días de recuperación o descanso activo. El Caisse d´´Epargne, el conjunto de Alejandro Valverde, Oscar Pereiro y Vladimir Karpets, tomó ayer, en la primera etapa alpina, el timón de la ronda francesa. Las cartas están sobre la mesa. Nadie está dispuesto a desfallecer, ni siquiera Alexandre Vinokurov, que superó con nota alta pese a las heridas la ascensión a La Colombière, el primer puerto con pies y cabeza.

El verde de los Alpes puso al descubierto las tácticas de los equipos y presentó en sociedad al prometedor Linus Gerdemann, el corredor alemán de 24 años que ayer ganó la etapa y se vistió de amarillo. Le Grand Bornand fue el escenario para que dos supervivientes, dos buscavidas del ciclismo español, el vasco Iñigo Landaluze y el cántabro David de la Fuente se auparan, gracias a una fuga, a la segunda y la tercera plaza de la general y para que el colombiano Juan Mauricio Soler, con su fulminante ataque al pelotón de los astros y su cuarto puesto en meta, evidenciara que en el país suramericano de mayor tradición ciclista hay vida después de Lucho Herrera, Alvaro Mejía y Botero.

LA TACTICA Por miedo, respeto, inseguridad, paciencia, o quizá un por poco de todo, ninguno de los grandes candidatos al triunfo final en París --al menos una decena de corredores mantienen esta aspiración-- osó exhibirse más de la cuenta en el primer aperitivo alpino. La etapa fue como la primera parte de un partido de fútbol sin goles.

Hubo marcaje, vigilancia, pero nadie se decidió a atacar la meta contraria. Dejaron la ofensiva para hoy, en Tignes, en la primera llegada en alto, un territorio mucho más proclive a los ataques que la jornada de ayer, con 14,5 kilómetros de descenso entre La Colombière y la meta de la estación de esquí de Le Grand Bornand. Cualquier equipo potente y bien organizado --y había bastantes-- podía echar por la borda del Tour el demarraje del escalador más diestro.

El CSC, el equipo de Carlos Sastre, solo se preocupó de aguantar el máximo tiempo posible el jersey amarillo en las espaldas de Fabian Cancellara. El Discovery Channel de Levy Leipheimer y Alberto Contador apostó por jugar al escondite y el Astana bastante preocupación tenía en procurar que Vinokurov y Andreas Klöden, mucho más fastidiado, pudieran salvar la primera jornada alpina.

En cambio, otros conjuntos, de forma prudente, pero contundente, decidieron abrir la veda y mover el árbol del Tour para intentar que cayera la primera figura madura en elascenso a La Colombière. Ese fue el papel, en perfecta colaboración, que jugaron el Rabobank de Denis Menchov y el Caisse d´´Epargne de Valverde, Pereiro y de Karpets, vencedor de las vueltas a Catalunya y Suiza, que no está aquí de figura decorativa.

La ascensión a La Colombière dejó claro lo que luego Pereiro dijo a los periodistas nada más cruzar la meta: "Estamos aquí para intentar ganar el Tour". Y lo que rubricó su director, Eusebio Unzué: "Mientras podamos, y de momento podemos, vamos a intentar ganar esta carrera".

Sin embargo, puestos a buscar una preocupación en el conjunto franco-navarro, se encontró enseguida en el hecho de que solo un corredor, David Arroyo, se encontró junto a sus líderes en el momento clave de la etapa.