Me gusta mucho Barcarrota, aunque puedo ir poco, debido a los entrenamientos", decía ayer a este periódico el extremeño Alberto Contador, descansando en el hotel de su equipo, el Discovery Channel, tras la décima etapa del Tour de Francia, que acabó en Marsella.

¿Por qué le gusta Barcarrota al quinto clasificado de la carrera? Porque sus padres, Paco y Paquita, son originarios de esta localidad pacense, donde se encuentra buena parte de su familia, si bien él nació en Madrid y ha vivido siempre en Pinto.

Contador se encuentra a 3:08 del líder, aunque él no quiere ni oír hablar del maillot amarillo. "No pienso en ganar el Tour. Mi objetivo es ganar el jersey blanco de mejor joven", dijo el ciclista.

En Barcarrota es un héroe , y quieren demostrárselo haciéndolo hijo adoptivo. Contador sabe que en Barcarrota solo se habla de la exhibición del martes en el Galibier, una de las cimas míticas del Tour de Francia. "Fue una pena no llegar y poder ganar la etapa, pero me encuentro muy bien y el Tour no ha acabado", comenta el joven ciclista.

EL INICIO El ciclismo comenzó para Alberto gracias a su hermano mayor, Francisco. El es un apasionado de la bicicleta. A Francisco le compraron una bici nueva y la vieja pasó a Alberto. La primera salida que hizo fue con la Peña cicloturista de Pinto. Fue hasta Arganda del Rey. "Yo creía que iba a sufrir mucho, pero se defendió muy bien", recuerda su hermano, que habla del gran amor propio que siempre ha tenido el que ahora es el referente del Discovery Channel. Tanto amor propio que en unas vacaciones, Alberto llegó a vomitar del esfuerzo con tal de no quedarse en una rampa que los dos afrontaban cerca de Barcarrota.

Contador ha conocido ya la cara más amarga de la enfermedad, que ha podido retirarle del deporte de alta competición. En la disputa de la primera etapa de la Vuelta a Asturias, cayó desplomado y empezó a tener convulsiones. Se fracturó el hueso malar. Los médicos relacionaron la caída con las convulsiones. No previeron que podían deberse a otra causa y le dieron el alta. A los cinco días las convulsiones se repitieron y en el Hospital Ramón y Cajal le diagnosticaron un cavernoma cerebral (malformación de una arteria). Un mes después una operación de cinco horas solucionó su problema.

En la intervención "me abrieron el cráneo en dos y me pusieron 70 grapas de oreja a oreja y dos placas de titanio", cuenta Alberto Contador. A las tres horas de su grave intervención quirúrgica y en el primer encuentro que tuvo con su madre le espetó: "Querer es poder" Y sacó conclusiones que, quién sabe, les ha sacado partido en las rampas del Galibier, cuando dejó a Valverde, Moreau o Mayo: "fue una experiencia negativa que te permite valorar las pequeñas cosas de la vida, desde dar un paseo hasta saborear estos buenos momentos. Aquello me hizo madurar mucho". Contador dixit.