El Tour de Francia de 2018 apuesta por el vértigo, el que los ciclistas tendrán que afrontar frente al viento en Bretaña, en los adoquines del norte del país, en el desnivel récord del Alpe d’Huez y en una etapa de montaña de solo 65 kilómetros en los Pirineos con un final tan duro como inédito.

Los organizadores desvelaron el recorrido en la habitual ceremonia de París, ante la mirada incrédula de una decena de ciclistas. Tras un año 2017 programado para que se ganara en los pequeños detalles, uno de los más livianos de las últimas ediciones, los organizadores han querido recuperar las sensaciones fuertes con un recorrido de sorpresas.

Desde su salida el 7 de julio de la isla de Noirmoutier, los ciclistas afrontarán 21 etapas con seis de alta montaña, tres llegadas en alto, una contrarreloj por equipos y otra individual, la víspera de la llegada triunfal a los Campos Elíseos el 29 de julio.

El viento será el protagonista de las primeras jornadas en Bretaña, junto a un terreno accidentado que invitará a las aventuras, con el aliciente de una crono por equipos en la tercera jornada de 35 kilómetros. Tres días más tarde afrontarán el Muro de Bretaña, que se subirá dos veces en la tercera ocasión en el que el Tour lo incluye, una meta que, aunque tampoco permitirá lograr muchos segundos, ha dado muestras de su espectacularidad.

La novena etapa discurrirá por sendas de la París-Roubaix, incluidos 15 tramos adoquinados y un total de 21,7 kilómetros sobre esa superficie, sinónimo de caídas y averías. Los famosos pavés, que en el pasado han supuesto el abandono de algunos ciclistas, incluido el británico Chris Froome en 2014 justo antes de afrontar esos tramos, recibieron críticas de algunos de los asistentes.

LOS ALPES / Tras una jornada de descanso el Tour llegarán los Alpes, con tres jornadas, dos con final en alto, en el inédito Rosière, 17,6 kilómetros al 5,8 % de pendiente media, y en el clásico Alpe d’Huez, cuyas 21 curvas míticas se afrontarán tras haber pasado los también legendarios Madeleine y Croix de Fer y completado un desnivel de 5.000 kilómetros.

Antes, los ciclistas habrán afrontado otra etapa que incluye otra cima nueva, Glières, un lugar de reminiscencias históricas, que albergó a miembros de la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial, incluidos a republicanos españoles, y que incluye tramos que no están asfaltados. Las emociones más fuertes en el Macizo Central llegarán en Mende antes de afrontar los Pirineos, tres duras etapas, una con llegada en alto.

La etapa reina tendrá en esta edición solo 65 kilómetros, la distancia más corta en alta montaña en 30 años, pero serán de alto voltaje, con ascenso a Peyragudes, al Val Louron y, sobre todo, al desconocido Portet, definido por Prudhomme como «el nuevo Tourmalet», cuya cima está a 2.215 metros. Sus 16 kilómetros, con pendiente media del 8,7 %, están llamados a entrar en la leyenda del Tour, que aun vivirá otra jornada pirenaica, con ascensos al Aspin, el auténtico Tourmalet y el Aubisque.

La general quedará configurada en una crono rompepiernas en el País Vasco francés, al que el Tour no iba desde hacía 12 años, y que contiene cuatro cotas.