Como un primer día de colegio al toque de sirena, a las ocho y media de la mañana, con puntualidad británica, Diego Merino y sus pupilos del Extremadura se conocían en el cuartel general renovado que se ha instalado en uno de los edificios de la Ciudad Deportiva, que por cierto, tendrá más actividad que en años anteriores. Aquello se está transformando de manera radical. Los campos lucen verdes y radiantes, totalmente rayados de cal. Hay habilitada una nueva sala de vídeos, un gimnasio con nuevos elementos y se prepara un comedor para almuerzos conjuntos. Una revolución.

El Extremadura no sólo empezó a rodar ayer en su nueva aventura de bronce, sino que empezó a exhibir parte de esa estructura que se está edificando desde los cimientos. El primer entrenamiento ya dejó entrever dos pilares inamovibles en el proyecto de Merino y su equipo: el trabajo y la ilusión. Más de dos horas de sesión donde la intensidad y variedad de ejercicios avisaron al futbolista de que no valen despistes. La ilusión se desprendía por sí sola: "teníamos muchas ganas de empezar. En este periodo hay mucho tiempo para trabajar cosas y para preparar al equipo de cara a lo que queremos. Tenemos bastantes efectivos para estos primeros entrenamientos". 19 jugadores confirmados: ocho fichajes y once renovados. Ninguno faltó. De momento acompañan jugadores a prueba y otros que estarán en el filial de Luis Miguel Patiño. Pero, ¿qué resta? "Hay fichas y quedan posiciones por reforzar. Vamos a hacer la plantilla lo más equilibrada posible y en verano todo puede dar muchas vueltas". Merino tiene claro que falta más metralla. Y no dudará en firmar lo que precise como necesario.

Héctor Carrión, hombre de confianza, y Pedro José son los encargados de poner a tono al plantel. "Queremos estar bien para el inicio de liga y para ese primer partido de Copa del Rey donde tenemos puestas muchas ilusiones". Será el 31 de agosto. Mientras, toca trabajar.