En sus piernas seguía teniendo fútbol, mucho, aunque quizás ya no todo el que él quería. Tras una vida entera como futbolista, no es fácil decir adiós, aunque al final tampoco tiene por qué ser traumático. Alejandro García Peña (Bilbao, 24 de septiembre de 1984), Collantes en su primera temporada en el Cacereño, Álex García en la segunda, dio el paso en agosto, cuando Julio Cobos le reclamó como su segundo para el CPC. Y la transición ha sido más tranquila de lo que él mismo esperaba. «Pensaba que me iba a costar mucho más. A lo que más miedo tenía era a no verme jugar, pero no me está pasando». Sí hay mono de fútbol, pero se lo puede quitar en los entrenamientos, a los que a veces se une como complemento.

Tenía contrato en vigor e incluso ofertas de otros equipos para seguir jugando. La temporada pasada no había disfrutado de todos los minutos que le hubiesen gustado, pero las conversaciones con Cobos durante los entrenamientos y en los partidos eran muchas. «Le gustaba mi manera de ver las cosas». Y el mensaje que le transmitieron fue claro: iba a jugar poco, su demarcación ya estaba ocupada y el técnico prefería tenerlo a su lado.

«Ya tenía una edad y mi recorrido era corto o muy corto». Lo pensó, consultó con la familia, con la novia y, tras unos días, ponía el punto y final a una carrera de dos décadas como futbolista, desde que con 15 años se fue al Racing de Santander, donde estuvo seis años, tres en el juvenil y tres en el filial, acabando el último ejercicio con el primer equipo y debutando en Primera.

Siete finales sin premio

En su decisión también influyó la derrota ante el Villanovense en la final por el ascenso el 25 de julio, que le dejó «muy tocado», confiesa. Era la séptima vez que se quedaba a las puertas de un ascenso y psicológica y físicamente le pasó factura. «Fue un palo muy gordo, porque yo firmé con el Cacereño para ascender».

Tras sopesar pros y contras, su respuesta a Cobos fue «pa’lante con esto». Y ahí está ahora, feliz como miembro del cuerpo técnico del Cacereño junto a Cobos, Daniel de Castro (entrenador de porteros), Alberto Muñoz (preparador físico), Elías Molina (quiromasajista) y Carlos Acha (delegado del equipo).

«Me había formado como entrenador, pero lo cierto es que nunca me había planteado entrenar. Yo me seguía divirtiendo jugando y digamos que no me había nacido el sentimiento de entrenador». Ha germinado rápido, aunque no ha tardado en comprobar que el desgaste de un técnico es mayor que el de un jugador.

«Esto es bonito, pero me está costando», reconoce. «Cuando eres jugador solo tienes que pensar en lo que tienes que hacer tú mismo. Pero al ser segundo entrenador ya que estar pendiente de todo, el juego, la estrategia, el portero, los delanteros... Lo más duro es cuando llega el domingo y «hay que discriminar. Es una palabra fea, pero es así. Hay que elegir al que crees mejor preparado, y no equivocares. Desgasta más esto. Cuando me he puesto en su pellejo [el del entrenador] he dicho ‘¡ostras!, lo que tienen que aguantar’».

El duro difícil comienzo de esta temporada ya lo vivió Álex García el año pasado como jugador. Y como entonces, «el primer partido nos ha hecho mucho daño. Las expectativas eran muy altas y nos dimos una hostia». Ahora hay que lidiar con la presión añadida, ser capaces de aportar tranquilidad a los jugadores, «Lo más importante es que hay margen y no hay que volverse locos».

«El equipo está trabajando bien», apunta el segundo entrenador del Cacereño, que cree que en Miajadas se hizo una gran primera parte. «Ha sido la mejor del año, de largo, pero nos vamos al descanso con 1-1. Luego, los equipos contra los que jugamos siempre tienen un extra de motivación y no siempre es fácil jugar así».

Como no todo es bonito, Álex García es conscientes de que el gran problema es no matar los partidos, como el del día del Llerenense, con 1-0 a favor y un jugador más durante muchos minutos. «Eso es lo que nos está matando, hay que rematar antes los partidos que se nos ponen de cara, aprovechar las ocasiones, no hay que perdonar tanto». El domingo es una buena ocasión para demostrarlo, porque de momento ve su futuro de domingo en domingo. «¿Ser entrenador? Mi futuro ahora pasa por ascender con el Cacereño y seguir de segundo de Julio Cobos».