Este fin de semana ha tenido un momento muy especial ya que el sábado por la noche fui protagonista del pregón que inauguraba las fiestas en honor a Santa Quiteria en La Nava de Santiago, el pueblo de mis padres y mis abuelos, donde se hunden mis raíces familiares y dónde he pasado mucho tiempo de mi niñez y adolescencia y sigo yendo cuando puedo.

Mi discurso, no muy extenso en su desarrollo, fue un reconocimiento ante sus habitantes de qué significaba La Nava de Santiago y sus gentes, que son para mí, sobre todo, fuente de bonitos recuerdos de esos primeros años de vida en la infancia y adolescencia y, más actual, por la gran cantidad de cariño que recibo de sus habitantes, muchos de ellos familia de una u otra forma.

Y es que La Nava de Santiago es, de una u otra forma, una gran familia, y ese cariño se canaliza en muchas ocasiones a través de mis padres, que son los que están allí normalmente.

En el pregón, además de alguna anécdota y algún episodio que recuerdo con cariño de esos años, no quise dejar de tocar aspectos también relacionados con los hábitos saludables de actividad física, más aún en una población rural que tiene fácil acceso al medio natural y una población relativamente envejecida.

´Hay que ganar vida a los años y no años a la vida´ fue el lema para los mayores, y ´el deporte como escuela de vida y de descubrirnos y descubrir el mundo´ para los más jóvenes y sus padres.

Considero que el deporte y la actividad física nos pueden aportar mucho, no solamente en el ámbito de la salud, y los pueblos, el medio rural, son lugares óptimos para su desarrollo en combinación con el medio natural y sus recursos. Es algo que debemos conocer y explotar.