Cruzó la meta y apuntó con tres dedos al cielo, tres triunfos, porque ayer Fernando Alonso sumó su tercer triunfo consecutivo, una marca al alcance de pocos, de ese puñado de elegidos que han logrado el título en la F-1. Pero nadie, ni monstruos como Alain Prost, Ayrton Senna o el propio Michael Schumacher habían logrado semejante gesta a una edad tan temprana. Este muchacho ovetense de 23 años exhibió de nuevo ayer su talento en el GP de San Marino, esta vez para aguantar con un motor dañado la embestida del heptacampeón con un gran Ferrari en 12 vueltas de vértigo que cortaron la digestión a millones de telespectadores.

Fue un final maravilloso, de los que no abundan en la F-1. Batallas así quedan en la memoria. Elio de Angelis y Keke Rosberg, en el Gran Premio de Austria de 1982, o Nigell Mansell y Senna en Jerez (1984) o Mónaco (1992) acaparan algo parecido durante los últimos 25 años.

ERROR DE SCHUMACHER Otra vez ganó Alonso, con la satisfacción de vencer a domicilio, en mitad de un ambiente cargado. Ya lo dijo: era un Bar§a-Madrid. Pero esa tensión afectó antes a Schumi que al ovetense. El alemán, tercero en la calificación del sábado, cometió un error en la segunda crono. Se pasó de frenada en Rivazza, una curva doble en bajada, y salió despedido hasta el duodécimo puesto de la parrilla. Allí no parecía tan fiero.

En la primera línea, Alonso se fijó en Raikkonen y se olvidó de lo demás. Arrancó tras él y forzó su mecánica para intentar no despegarse del finlandés temiendo que en McLaren hubieran pensado en una estrategia a tres paradas. Se mantuvo a la distancia apropiada, alrededor de tres segundos, y esperó.

FALLO EL MCLAREN Pero la suerte del asturiano ha cambiado. El gafe que le impidió vencer el pasado año en Mónaco, Canadá, Estados Unidos o Bélgica ha cambiado de escudería. Ayer visitó McLaren y Raikkonen tuvo que abandonar en la vuelta ocho por una rotura en el semieje. Camino despejado. Alonso se situó líder con Button a 10 segundos y Trulli haciendo un tapón a Webber, Sato, Wurz, Villeneuve, Barrichello, Heidfeld, Ralf y Schumi .

El campeón seguía encajonado en un circuito que permite poco. Desde el box ordenaron a Alonso reducir el régimen de su motor hasta 16.000 vueltas, prohibido alcanzar las 18.800 habituales, suficiente para mantener a raya a Button.

Pero Ferrari había adoptado una estrategia perfecta para mimar sus mejorados neumáticos Bridgestone. De hecho, Schumacher hubiese podido ganar de no haber salido desde tan atrás. El alemán alargó su primer repostaje, y cuando los ocho pilotos que le separaban de Trulli hicieron la primera parada en el box, Schumi comenzó a volar, rodaba dos segundos más rápidos que Alonso y Button, y cuando se detuvo en su taller ya tenía a tiro a Button. Cuando salió de su box se había quitado a ocho pilotos de su camino.

LICENCIA PARA SOÑAR El Kaiser se fue volando bajito a por el inglés. Alonso recibió la orden de rebajar aún más el régimen de su motor, confiando en que Button taponara a Schumacher. Pero el inglés de Honda no ofreció la resistencia esperada.

Engullido Button, a Schumacher apenas le separaban ya 10 segundos de Alonso. El asturiano realizó su segunda parada y el alemán entró en el box dos vueltas después. Salió a cuatro segundos del Renault a falta de 13 vueltas. En una vuelta le restó la diferencia con un coche dos segundos más rápido y comenzó el mano a mano.

Schumi lo intentó dos veces en Tossa, una curva muy rápida, pero Alonso tapó bien la trazada buena. Bajaba el ritmo en la curva anterior para tener mejor aceleración en las zonas donde su Renault era más vulnerable. Los dos coches casi llegaron a tocarse en dos ocasiones, la última en la chicane antes de meta. Pero Alonso ya estaba lanzando tres dedos al cielo, los del tercer triunfo, los de los 36 puntos, 26 de ventaja sobre Ferrari, un colchón que le autoriza a soñar con el título.