"Como siempre... oé, como siempre... oé". El hilo de voz suena entrecortado y en un tono apesadumbrado. Darío es de Moraleja y ha pasado el fin de semana con sus inseparables Manolo y Abel disfrutando del ambiente de la Eurocopa en Lisboa. "Ha sido una pena, porque la afición se lo ha currado de forma increíble, pero estos tíos siempre nos dejan con el culo al aire", critica Manolo.

"Por la izquierda y con el número quince en la espalda, el que va donde va la gente... Vicente", grita Lorenzo Jara, un aficionado de Badajoz con el que la gente disfruta mientras corea la alineación de España antes del partido en los aledaños del estadio José Alvalade.

Mientras, una treintena de aficionados de Plasencia, entre los que está Vanessa Sánchez, la estrella femenina de la contraportada del diario As de ayer, pasea un pan gigante ante el asombro de la afición portuguesa, que tres horas y media antes del partido está en minoría en su propia casa.

Son historias en verde, blanco y negro de la tempranera despedida española de la Eurocopa de Portugal. Ejemplos también los hay en Berlanga, Almendralejo, Hornachos, Badajoz, Coria, Mérida, Plasencia, Cáceres o Moraleja, presentes en el evento deportivo de nivel más cercano a Extremadura.

Pero la marea roja ya no invadirá Portugal. Sáez y sus chicos suspendieron un examen al que llegaron por la puerta de atrás, lo contrario a una afición que mereció llegar a la final.