El español Fernando Verdasco se proclamó ayer campeón del Godó al imponerse al sueco Robin Soderling por 6-3, 4-6 y 6-3, en dos horas y cuatro minutos de juego, y sucede así en el palmarés del torneo a su compatriota Rafa Nadal, campeón de las últimas cinco ediciones. Con un tenis sólido, cimentado sobre todo en la efectividad de su saque y en un gran resto, Verdasco se impuso a un Soderling muy errático, que nunca dio la sensación de poder llevarse el partido.

Soderling, un jugador de esos que, si entra en trance, suelta el brazo y no te da opción a replica, debió levantarse ayer con el pie izquierdo. Alguien debió acortar la pista central durante la pasada noche, debió pensar el sueco, muy poco afinado con su derecha, que siempre se marchaba cinco, diez o quince centímetros por detrás de la línea de fondo.

Verdasco tampoco andaba muy allá en cuanto a golpes precisos durante la primera hora de juego, pero rápidamente se dio cuenta de que, tal como estaba el sueco, mejor no tomar riesgos.

MUCHO FALLO El primer set acabó siendo lo que hizo Verdasco entre fallo y fallo de su adversario. El madrileño, muy sólido con su servicio, logró romper el de Soderling en el séptimo juego y volvió a hacerlo en el noveno, cuando necesitó tres bolas de set para cerrar el primer parcial (6-3).

Estaba claro que en la segunda manga, el sueco tenía mucho margen de mejora. Así fue. Rompió a Verdasco en el primer juego y, pese a que cedió su saque en el siguiente, su tenis siguió subiendo enteros. Soderling empezó ajustar su punto de mira y, sobre todo, a acertar en los puntos decisivos. Salvó una bola de break que hubiese puesto a Verdasco con un casi definitivo 4-2, y rompió de nuevo en el siguiente para cerrar el set por 4-6.

Sin embargo, en el tercer parcial reaparecería el Soderling más errático, con el agravante de que, a esas alturas del partido, la zurda de Verdasco ya se había calentado. Ahí acabó la final, con un Verdasco ya imparable (6-3).