Un Barça-Madrid siempre es más que un partido. Pero el de esta temporada más: anoche se ponía de nuevo a prueba la capacidad de movilización de Tsunami Democràtic, la plataforma independentista. Hubo más protestas que en una jornada normal, y de cariz más político, pero el fútbol fue el protagonista claro. A pesar de las pancartas que se vieron en el interior del estadio, y pese a algunas cargas policiales una vez iniciado el choque, que terminaron con al menos cinco detenidos, uno de ellos por lanzar una botella al cordón de los Mossos d’Esquadra.

El día llevaba tiempo señalado en el calendario de Tsunami Democràtic. Ayer, repartió unas 100.000 cartulinas con el lema Sit and Talk, que busca forzar al Gobierno a aceptar una negociación sobre la autodeterminación.

También les dio unas caretas de Leo Messi, que debían servir para que no se pudiera identificar a quienes accedieran al estadio y participaran en una acción. Sin embargo, la seguridad del Barça retiró muchas de esas caretas, con el argumento de que no se puede estar con la cara tapada en recintos deportivos.

MENSAJES CONFUSOS / La plataforma buscaba aprovechar el impacto mediático del Clásico para acaparar las miradas de una audiencia potencial de 680 millones de personas. Pero la única acción que recogieron las cámaras fue el despliegue de dos grandes pancartas (una con el «Sit and Talk» y otra con «Freedom», libertad) justo cuando empezaba el partido.

La realización de Movistar no dio ningún protagonismo a otras iniciativas como la lluvia de pelotas de playa --unas 50-- que cayeron sobre el césped en el minuto 10 de la segunda parte. En las televisiones del mundo se vieron durante un par de minutos imágenes aéreas, primeros planos de Ernesto Valverde o repeticiones de jugadas anteriores, y cuando los operarios hubieron retirado los objetos del campo, se volvió al partido como si nada.

Al final, Tsunami reconoció que una «gran acción» que tenía prevista no se pudo llevar a cabo con éxito por la actuación policial. Aun así, aseguró que había conseguido sus «principales objetivos».

El partido se jugó en un estadio completamente blindado por más de 3.000 efectivos desplegados entre Mossos d’Esquadra, Guardia Urbana y seguridad privada. La Policía Nacional y la Guardia Civil no formaban parte del dispositivo aunque estaban de guardia.

Los Mossos d’Esquadra cargaron minutos antes del inicio del Clásico porque el grupo ultra Supporters Barça se encaró con los independentistas. Pero la policía de la Generalitat tuvo más trabajo después. A pesar de que Tsunami Democràtic había insistido en rechazar los métodos violentos, un grupo de independentistas se saltaron la consigna e intentaron entrar por la fuerza en el recinto del Camp Nou durante el descanso, después de que los Mossos los hubieran separado de los ultras.

Cuando los repelieron, utilizando entre otros instrumentos balas de foam, varios centenares de personas se quedaron en el entorno del estadio, donde protagonizaron incidentes y prendieron fuego a varias barricadas hechas con contenedores. La situación derivó en las carreras y las cargas habituales en Barcelona durante los días posteriores a la sentencia, y en los enfrentamientos hubo más de 20 heridos leves.