Tiene muy claro David García Carrasco, a quien todos conocen como Turra, que su vida tiene que estar ligada al deporte sí o sí. El presente le permite disfrutar del fútbol en el Diocesano, donde vive un gran momento. «Esta jugando de una forma espectacular», dicen quienes lo siguen domingo a domingo. Y para el futuro se está preparado: estudia Ciencias del Deporte y la Actividad Física en la Universidad de Extremadura en Cáceres y, según él mismo, es buen estudiante («creo que mis padres tienen que estar contentos») y este tiene que ser su último curso. «No me imagino mi vida sin el deporte», añade.

Su presente, y su pasado, es el fútbol y la clave para este torregueño (Torre de Santa María, 20 de junio de 1995) es que día a día lo disfruta al máximo. Y como a cualquier joven futbolista le gustaría llegar lejos, pero Turra tiene claro que no puede ser a cualquier preció: «Seguiré mientras disfrute».

Lo hace ahora en el Dioce y quizás eso explica el gran momento que vive, tanto él como el equipo, el mejor de enero en la Tercera extremeña. Su club lo ha ganado todo en el arranque de año y él ha contribuido con tres tantos. «No soy de hacer muchos goles», cuenta Turra, que esta temporada ya lleva cinco, «más o menos los que suelo hacer todos los años».

Centrocampista polivalente

Futbolista total, del centro del campo hacia delante puede jugar en cualquier posición, aunque confiesa que la de ‘9’ no se le da excesivamente bien. «Es donde menos he jugado», se excusa. Miguel Ángel Ávila, el técnico colegial, cuenta con él ahora como media punta y dice Turra que «quizás» es ahí donde está más cómodo. «De medio centro también, pero ahí la responsabilidad es mayor si pierdes el balón».

Con la confianza a rebosar, como todo el Diocesano, espera el domingo a uno de los gallitos, una UPP casi obligada a no tropezar más. «Somos un equipo diferente al que perdió contra el Plasencia en la primera vuelta (4-0)», dice Turra, «ahora no tenemos miedo a nadie, respeto sí, ¿pero miedo?, ninguno».

La clave de todo, cuenta, es el «ambiente en el vestuario». «Somos 22 jugadores y todos podemos jugar y, cuando uno se queda fuera o en el banquillo, lo entiende, siempre hay buen rollo». Y aunque el Dioce tiene el objetivo de la permanencia prácticamente asegurado, prefiere ser cauto «hasta que esté hecho matemáticamente», lo que el club cifra en 40 puntos, aunque en los últimos años han sido menos los necesarios.

Turra, mote heredado de su abuelo («no sé qué significa», confiesa») cuenta que le suena «raro» cuando le llaman por su nombre, David. Por eso casi nadie lo hace e incluso hay muchos aficionados ‘rojillos’ que no lo saben. Lo que sí conocen bien es el la magia de Turra.