Sucedió el 3 de mayo del año pasado y es una de las estampas más inolvidables del baloncesto extremeño contemporáneo: el Cáceres Patrimonio de la Humanidad ganaba por 57-73 en la pista del Real Canoe y certificaba, sin depender de terceros, su permanencia en la LEB Oro.

El pabellón de Pez Volador, en el madrileño distrito de Retiro, entraba así en la historia. Y allí volverá el Cáceres este viernes, aunque en circunstancias muy distintas: ya no se juega la salvación, sino incrustarse en la zona de ‘playoffs’.

A los que estuvieron allí les costará olvidarlo, sobre todo por el gran número de hinchas desplazados a los que se sumaron cacereños que viven en la capital. «Se produjo una gran unión entre equipo y club. Me gustaría que fuese algo que siguiese adelante por todos los medios. Aparte de la salvación, fue la mejor noticia que se produjo aquella noche», resume José Manuel Sánchez, presidente del Cáceres.

Solo dos jugadores se mantienen en la plantilla verdinegra. Uno de ellos es Niko Rakocevic, que comenta que «después de un año complicado, teníamos muchas ganas de ganar ese partido y cumplir nuestro objetivo. Personalmente sentí un alivio enorme cuando acabó el partido. Las cosas se habían puesto complicadas. Fue una noche especial porque había venido muchísima gente a vernos jugar, mucha afición que nos animó todo el partido. Nos pusieron las cosas fácil».

Para Luis Parejo, «fue súper especial, muy emotivo, muy bonito» porque «era una victoria súper necesaria». «Nos quedamos satisfechos. Íbamos con esa misión y lo conseguimos. La comunión que hubo con los aficionados fue increíble desde que salimos a calentar». añade, asegurando que, cuando se alude a ello, se le ponen «los pelos de punta».

Adiós sin saberlo

Adiós sin saberloEspecial de forma insuperable fue para Dani Martínez. Aquel día no sabía que sería su último partido, ya que pocos meses después se le detectó una afección cardíaca que le obligó a retirarse del baloncesto: «Tengo una mezcla de sentimientos cuando pienso en ello. Sentí muchos nervios al principio, pero luego se nos fueron cuando vimos el pabellón lleno con nuestra afición. Fue vital. Pero fue mi último día como jugador y eso me da tristeza».

Tras cinco temporadas se despidió como verdinegro esa noche Guille Corrales en lo que considera «el partido más bonito» que ha jugado como visitante en su vida. «El ambiente fue increíble. La gente se volcó con nosotros, pese a la temporada que habíamos hecho. Se me puso la piel de gallina cuando salimos a calentar. Nunca había escuchado cantar a la gente de Cáceres así. Sabía que el partido no se nos iba a escapar. Gusta jugar así, con presión, y más cuando ves la grada así. También lo ganaron nuestros seguidores desde el primer momento», rememora.

Por último, algo diferente es la lectura que realiza Mario Hellín, el sempiterno preparador físico del equipo, que lo ve de un modo menos eufórico. Sintió «descanso y liberación», dudando si incluir «alegría». «Cumplimos con algo que se había puesto prácticamente imposible unas jornadas antes. Ir para allá el viernes no me hace sentir un recuerdo positivo», reconoce. Y cuenta qué ambiente se respiraba en el autobús del equipo a la vuelta: «En vez de una fiesta, había silencio, yéndonos a casa después de un trabajo hecho con un montón de dificultades».

El viernes a las 20.00 horas, nuevo capítulo en el pequeño recinto del Canoe. El Cáceres no estará tan arropado como en mayo. Ayer mismo anunció que no manejará entradas para sus seguidores y remitió al club madrileño para comprarlas.