Un gran estallido, mezcla de júbilo y sorpresa, retumbó entre las paredes del Auditorio de la Universidad Laboral de Cáceres cuando se encendieron las luces e hizo su aparición José Manuel Calderón. Los organizadores del Campus, que lleva el nombre del jugador extremeño de los Toronto Raptors y que está patrocinado por vez primera en esta segunda edición por Marca Extremadura, mantuvieron en secreto a los más de 300 niños que forman parte del mismo la visita del baloncestista. Una vez superado el desconcierto inicial, el griterío fue tan atronador que el propio Calderón tuvo que pedir calma a los niños, que no dejaban de corear su nombre y que unos instantes antes se habían extasiado con un vídeo que repasaba algunos de los mejores momentos de su trayectoria.

Eran alrededor de las 17:30 cuando hizo su aparición. Relajado --se le va notando la experiencia a la hora de lidiar con este tipo de compromisos--, educado --no es especialmente simpático ni dicharachero, pero lo suple con una exquisita corrección y una afabilidad contenida fruto más de la timidez que de la arrogancia-- y juvenil --camiseta gris con un motivo naranja, pantalón vaquero corto, que una vez fue azul y hoy compite con la tonalidad de su camiseta, zapatillas blancas y un tatuaje a la moda cerca del tobillo exterior de su pierna izquierda--.

Le habían precedido en el estrado, con unas palabras de bienvenida a los niños, el director general de Deportes de la Junta, Manuel Martínez Dávila, el responsable de la nueva Consejería de Jóvenes y Deporte, Carlos Javier Rodríguez, y la alcaldesa de Cáceres, Carmen Heras. La primera edil se mostró desenvuelta, con desparpajo, cada vez más en su papel de máxima representante del Ayuntamiento, ganándose la simpatía de una concurrencia que no paró de aplaudirla durante su breve alocución.

No es Calderón un gran orador. No es lo suyo. No ha llegado a donde está por su facilidad de palabra. Se le notaba con ganas de acabar con el protocolo y pasar a la acción; aterrizar en el pabellón, pisar el parqué, coger el balón y compartir con los niños unas canastas.

El que fuera presentado minutos antes por el consejero como "emblema de Extremadura" y "gran embajador de nuestra tierra", sin embargo, tuvo que atender previamente a los medios. "Es una gran noticia la llegada de Navarro a la NBA. Si va a los Grizzlies, Gasol le ayudará para que su adaptación sea lo más rápida y cómoda posible"; "España, sin duda, es favorita para el Europeo. Después de lo que hicimos el año pasado y jugando en casa sería una falta de respeto decir lo contrario"; "Veo feliz a Garbajosa y deseo que pueda llegar a tiempo para jugar con la selección, pero habrá que esperar" fueron alguna de las perlas que dejó para la opinión pública.

También se mostró optimista ante el futuro que aguarda al baloncesto extremeño: "Aún nos queda dar un paso para estar en la élite, pero con Plasencia y Cáceres en la LEB Plata, el panorama mejora".

Después de contentar a los niños --entregó a cada uno de ellos y personalmente una foto suya firmada con la equipación de los Raptors--, a los periodistas --que se apresuraron a inmortalizar el momento con una foto conjunta con el jugador-- e, incluso, a un nutrido grupo de trabajadoras de la Universidad Laboral --que esperaron pacientemente para saludar y besar al base extremeño--, éste se dirigió junto a su entrenador personal y su fisioterapeuta a las pistas deportivas.

Allí se encontró con su padre y su hermano, ambos monitores del Campus, y fue de grupo en grupo para contentar a todos los que demandaban compartir unos minutos con una estrella de la NBA. Fue entonces cuando se le vio más suelto, en su salsa. Aún así, eludía el protagonismo, buscaba ser uno más, integrarse en el colectivo. Recordaba los tiempos en los que era un niño como los que le rodeaban, cuando era él el que se dejaba deslumbrar por las estrellas del baloncesto, cuando miraba atónito a viejas leyendas como Fernando Romay. "Habrá que estar concentrado, no vaya a ser que me pongan un tapón" decía consciente de que iba a ser el centro de atención.

La agenda del base de Villanueva está repleta de obligaciones. No en vano, desde que llegó de Canadá no ha dejado de realizar actos de promoción con Marca Extremadura, entrevistas y otro tipo de compromisos publicitarios. Nunca pone pegas, aseguran. Es consciente de la expectación que despierta tras varios años en la élite.

Su padre reconoce que desde que llegó, una vez finalizada la competición en la NBA, "no he podido cenar con él más de tres veces". Hoy repite visita a Cáceres. Acude a un acto promovido por Cruz Roja y aprovechará para acabar de tener un trato personalizado con todos los chicos del Campus Calderón. Volverá a pasar por la Universidad Laboral, el pabellón Quinto Centenario y la Ciudad Deportiva, distintas sedes del campus que finaliza el sábado.

Por las mañanas entrena junto a su preparador personal y su propio fisioterapeuta. La rutina diaria de un deportista de altura no le permite desconectar. Tras una agitada temporada en la NBA le espera otra competición de alto nivel. El día 26 se marcha concentrado con España. Tras ser campeón del Mundo en Japón, el reto ahora es ser campeón de Europa en España. Un ´crack´. Y extremeño, oiga.