Su apariencia física impresiona, con un 1,90 que ahuyenta cualquier mínima duda. En el campo es sumamente contundente, «pero nunca con malicia», afirma. De hecho, y el dato podría sorprender a más de uno, no ha sido expulsado desde su época cadete. Valentín Gutierro Fuella, futbolísticamente ‘Valentín’, (Miajadas, 22 de abril de 1996), defensa del Diocesano, es uno de los jugadores más reconocibles del grupo XIV de Tercera División. Su fiabilidad atrás le ha granjeado el aprecio de sus compañeros, del público y hasta de sus rivales. En los espacios cortos, en lo personal, llama la tención su timidez.

Contradicciones de la vida: este futbolista expeditivo con título de entrenador y futuro opositor a policía es un tipo tranquilo. En el terreno de juego es otro, pleno de energía, carisma y fuerza. Lo da todo, y al máximo, y no solamente en los partidos. «Se juega como se entrena», recuerda. Se acercan las dos de la tarde y el entrenamiento espera. Le gusta. Disfruta el día a día con sus amigos del Dioce que entrena Adolfo Senso.

«En algunos campos me dicen y me gritan que si soy viejo y tal, jajaja». Su calvicie ha provocado lo que él mismo cuenta, evidentemente elevándolo a la categoría de anécdota. Con 23 años, eso sí, arrastra un buen número de temporadas en la categoría. «Con 15 años, siendo cadete, Aitor Bidaurrázaga me hizo debutar en Tercera División», relata subrayando su agradecimiento al técnico vasco.

Fue en el Miajadas. Después ha jugado en el Valdivia («hice la pretemporada en el Villanovense, pero vi que había muchos centrales y que iba a jugar poco», agrega) y en el Santa Amalia, antes de retornar al Diocesano el pasado año después de haber formado parte del equipo de División de Honor en su época juvenil.

El día a día

«Hay que vivir el día a día, y en el Diocesano estoy muy contento», comenta Valentín cuando se le plantea la posibilidad de ir a otro club, circunstancia que descarta en este momento. Este verano, reconoce el protagonista, «lo pasé mal, ya que estuve dándole vueltas sobre quedarme en mi pueblo, en el Miajadas, o el Diocesano; al final decidí venir porque creí que era mejor para mí, y no me arrepiento».

Ante el Villanovense hizo su décimo gol en todos estos años en Tercera División y volvió a hacer el gesto de su mote, ‘El Comandante’. «Me lo pusieron porque siendo juvenil festejé como Ronaldo», asegura.

Sus cifras anotadoras no están mal, nada mal, para un defensa, que suele ir a rematar corners y faltas y que sonríe cuando se le plantea que calcule cuántas veces despejó de cabeza el pasado domingo. Del objetivo, es claro, pese a la clasificación, ahora séptimos: «hay que conseguir salvarse y luego ya veremos», apunta.

Valentín, segundo técnico del juvenil del Dioce que entrena Jorge Senso, dice que disfruta en esta faceta, como lo hizo la pasada temporada en dos equipos de la cantera, para lo que se ha preparado a conciencia y que espera ejercer, incluso profesionalmente, algún día. Pero para ello antes tendrá que cumplir con más sueños de futbolista, le lleven donde le lleven su trabajo y el propio destino. Él, desde luego, destila felicidad. Mucha felicidad.