Si un hecho ha quedado claro tras el paso del Tour por los Pirineos es que Alejandro Valverde no ganará el Tour. ¿Quién lo hará? Pues, quizá, un ciclista abulense, de nombre Carlos Sastre, que ha corrido la primera semana tapado, sin malgastar tantas fuerzas, sin asomar ni hacer exhibiciones y que cuenta con el bloque más potente de la ronda francesa; el CSC danés, que este año dirige Bjarne Riis desde el coche con el perdón de la grande boucle tras confesar sus pecados del pasado.

Nunca ha querido reconocer Sastre que hace dos años, en Morzine, mientras Floyd Landis, dopado hasta las cejas ganaba la etapa y empezaba a sentenciar la prueba, él perdió el Tour. Su equipo, entonces, se desentendió de colaborar con el Caisse d´Epargne de Oscar Pereiro y el abulense fue el gran perjudicado. Han pasado 24 meses y Sastre, como el buen vino, ha sabido madurar. A los 33 años se encuentra en la flor de su vida ciclista. Otros se sentirían viejos. El, en cambio, se considera por fin absolutamente preparado para afrontar el reto de ganar en París. No piensa en otra cosa y cuenta además con un CSC plagado de figuras, con los hermanos Frank (que ayer se quedó a un segundo del jersey amarillo, que acabó en las espaldas de Cadel Evans) y Andy Schleck; con Jens Voigt, el alemán incombustible y con el suizo Fabian Cancellara, el campeón del mundo de contrarreloj que vuelve locas a las chicas.

LA TACTICA DEL CSC. Ayer, Riis, a primera hora de la mañana, tomó una decisión. El CSC pasaría al ataque en el Tourmalet imprimiendo un ritmo asfixiante, impropio estos últimos años cuando se afronta el penúltimo puerto de la etapa. Si se producía una víctima, trataría de convertirlo en un cadáver para lo que falta de Tour. Para ello ordenó a Cancellara, no excesivamente hábil en las cumbres, que se introdujera en la escapada del día porque quería que el suizo afrontara el descenso del Tourmalet como si se tratara de una contrarreloj. Si alguien, por detrás, circulaba cortado jamás podría conectar. Y esta víctima no fue otra que Valverde, al que también secundaba su compañero Oscar Pereiro.

Riis movió el árbol del Tour y cayó fruta madura, murciana, Valverde. ¿Demasiado inquieto la primera semana? ¿O es que era conocedor de que su Tour no tenía más de siete días? ¿O es que la herida en el gemelo derecho ha pasado más factura de la cuenta? Fuera lo que fuera, Sastre desbancó a Valverde de la general y pasó a convertirse en el candidato español al triunfo en París, una victoria que, al menos por lo visto en los Pirineos, parece cosa de tres: el líder Evans, el ruso Denis Menchov, el más paciente, y el corredor abulense, respaldado por la mejor escuadra de la carrera francesa.

Valverde perdió la Vuelta 2006 en el descenso de Sierra Nevada y comenzó a despedirse del Tour en otra bajada, porque, de hecho, entre las ascensiones al Tourmalet y Hautacam apenas cedió poco más de un minuto con los Evans, Menchov y Sastre. Cancellara, con el deber cumplido, dejó a su líder en la puerta de Hautacam. Sastre, convencido de que no era todavía el día para atacar de tú a tú a los otros favoritos, prefirió marcar el terreno para la fuga de Frank Schleck, que buscaba el amarillo y al que solo el esprint final de Riccardo Riccò, al que no hay que olvidar, impidió lucirlo en sus espaldas.

EXHIBICION Sucedió en el día de una nueva exhibición del Saunier Duval --triunfo de Leo Piepoli y presentación en sociedad de Juanjo Cobo--, un cántabro que según su director está destinado a hacer cosas grandes en este Tour y será quien luche por la general, de ahí la victoria de Piepoli. Ocurrió en otra jornada en que se echó en falta al reciente ganador del Giro de Italia Alberto Contador. Y pasó en el buen día de Sastre para mayor castigo de Valverde, quien a partir de ahora podrá dedicarse junto a su equipo a lo que más le gusta: la caza de etapas, ya que la general se ha quedado muy lejos. Pereiro también se hundió junto a su jefe de filas. Los esfuerzos anteriores pasan factura en el Tour.