El Giro no entiende ni de nombres ni de palmarés. Le da igual el ciclista: el sábado le tocó a Alejandro Valverde y ayer, a Vincenzo Nibali.

La carrera, que hoy vivirá la tercera y última jornada de descanso, se corre al son, casi la tiranía de un corredor que no había llegado, ni mucho menos, al Giro con el rol de favorito. Ni siquiera en el bautismo de tenores con los que fueron presentados los tres máximos favoritos (Vincenzo Nibali, Alejandro Valverde y el retirado Mikel Landa) figuraba el nombre de un holandés llamado Steven Kruijswijk, casi tan difícil de escribir como de pronunciar. Ha demostrado ser el mejor, el más fuerte, hasta el tirano y, por supuesto, un favorito de una consistencia absoluta.

¿Ganará Kruijswijk el Giro? Sería fácil decir que sí, pero todavía quedan obstáculos, el mayor, la duda de si su falta de experiencia en el control de la carrera y, sobre todo, la falta de un equipo (el Lotto-Jumbo) consistente en la montaña podrán retirarle la maglia rosa que ahora pasea con gallardía: en la cronoescaladade ayer en Alpe di Suisi fue el mejor entre los favoritos, mientras Nibali se dejaba más de dos minutos y, sobre todo, Valverde evidenciaba que seguía en carrera, que en los Dolomitas quedó tocado pero no hundido, y que le quedan siete etapas para pelear por lo menos por el podio de Turín.

Sin embargo, Kruijswijk demostró en la cronoescalada que no era un líder por accidente. Mientras Nibali fallaba, rompía el cambio y cedía la segunda plaza de la general a Esteban Chaves, el holandés tiene una renta de 2.12 minutos, que puede administrar a su antojo.

EL ASTANA El Giro, de no cometer errores, se debe disputar bajo el factor Kruijswijk, un ciclista que debe marcar de forma sobresaliente a su contrincante colombiano, pero, a la vez, también debe ir atento a cualquier jugarreta, encerrona y acción pícara de Nibali, que puede llegar con el potente conjunto Astana en cualquier kilómetro y en cualquier etapa.

¿Qué hará Valverde? El no es ni de los que se hunden, ni de los que se desaniman. Si se le conoce, se sabe que el sábado por la noche ya había olvidado la crisis dolomítica. Y si Nibali se mueve, a río revuelto, el corredor murciano también sabe actuar. El Giro tiene patrón, pero queda muchísima emoción.

El menú de esta última semana llega tras el descanso de hoy dibujado con una etapa trampa (mañana) de tres puertos, los últimos encadenados de forma consecutiva, la jornada llana del miércoles, el descenso a Pinerolo del jueves que se hizo famoso por su peligro en el Tour 2011, la etapa de los Alpes franceses del viernes, que asciende el Agnello, y el cierre alpino del sábado con La Bonette y La Lombarda. Casi nada para hablar ya de sentencia a favor de Kruijswijk.