Los vampiros siempre llaman dos veces. Los vampiros sometieron ayer, por segunda vez en dos días, a un control antidopaje al equipo español de ciclismo. Los pillaron sin ropa. Tal cual. Recién llegados del entrenamiento matinal, en el hotel en el que se aloja el seleccionador femenino. Una parada previa para ducharse antes de regresar a la Villa Olímpica. Entonces, sin previo aviso, llegaron los vampiros de la AMA (Asociación Mundial Antidopaje) y cuatro ciclistas torcieron, de nuevo, el gesto al serles requerido otro examen de sangre y de orina.

Eran Carlos Sastre, reciente ganador del Tour; Alejandro Valverde, el gran candidato al oro; Oscar Freire, tricampeón mundial y una alternativa a considerar; y Samuel Sánchez. Faltaba el quinto hombre, Alberto Contador, ganador del último Giro. Llegó ayer a Pekín y, mira por dónde, ese retraso le ha librado de dos incómodas citas con los vampiros. Incómodas porque se pone en duda sus figuras e incómoda, en términos prácticos, porque altera, además, la preparación de la prueba en ruta del sábado.

No han tenido un día tranquilo desde que han pisado territorio chino."El único problema es que nos destrozaron los dias", se quejó Paco Antequera, el seleccionador español de ciclismo.

La carrera está a la vuelta de la esquina --el sábado se lucha por el oro--, aparece, al fin, Contador y el dream team del ciclismo (nadie tiene al ganador del Giro y al Tour con el mismo maillot) solo cruza los dedos para que los vampiros no vuelvan.