En una barra de bar, una noche del verano de 2007 y entre amigos. En ese contexto se cocinó el germen de lo que hoy día es el Extremadura UD, el club que representa a toda una región en la liga de fútbol profesional. Manuel Franganillo, Diego Madera, Tomás Bravo o Juan Diego Rodríguez, entre otros, conversaban sobre la problemática situación del CF Extremadura y la posibilidad más que palpable de que Almendralejo se quedara sin fútbol durante mucho tiempo tras su doble descenso a Preferente y más de seis millones de euros de deuda. ¿Y si fundamos un club?, espetó uno. ¿Y por qué no?, dijeron todos.

Y en esa noche de julio nació el Extremadura, que fue inscrito en el Registro Mercantil como asociación deportiva el 21 de agosto de 2007, por lo que ayer celebraba su duodécimo aniversario. Aquel verano fue un tiempo de máxima ilusión para ese conjunto de atrevidos, jóvenes y pasionales, que soñaban con crear un Extremadura que, al menos, representara a Almendralejo en Tercera División. ‘Despertar una ilusión’ fue el lema de su primera campaña para competir en Primera Regional, en campos de tierra, de barro y de piedras.

Tal vez, el hecho de venir desde tan abajo, hace saborear mucho más el éxito de hoy día. «Aquello nació de un grupo de amigos que han sido la piedra angular de todo lo que vivimos hoy. Queríamos que Almendralejo no se quedara sin fútbol, pero no imaginábamos hasta dónde podíamos llegar».

NOMBRE PROPIOS / El camino, claro está, no ha sido fácil. Han sido doce años repletos de máximas emociones, de alegrías, varapalos y heroicidades, pero siempre con tres aspectos que habían distinguido al Extremadura desde su nacimiento: trabajo, humildad e ilusión. El primer presidente fue Diego Madera y la primera junta la compusieron Paco Madera, Tomás Lavado, Manolo Frangaillo, Tomás Bravo, Juan Daniel Bravo, Antonio Robles, Kiko Espino, Juan Diego Rodríguez, Alonso Morán, Jesús Ramírez, Leandro Izquierdo, Juan López Carrasco, Juan Manuel Cáceres y Conrado del Castillo.

Todos pusieron la primera piedra, pero el arquitecto de esta gran obra que ha llegado a LaLiga ha sido Manuel Franganillo, que ha pasado casi por todos los estamentos del club. En la primera temporada, inició el año como vicepresidente económico y lo compatibilizó como jugador de la primera plantilla en Primera Regional. Jugó una docena de partidos y llegó a marcar un gol el día del primer ascenso en Azuaga.

Luego, Franganillo ha sido vicepresidente deportivo y el actual presidente. «Pero aquí hemos hecho de todo. En aquellos años del barro, fuimos taquilleros e, incluso, recuerdo un verano tener que hacer de jardinero con el Mari (actual utillero) porque los operarios de jardinería del ayuntamiento estaban de vacaciones y veíamos que se nos secaba el campo».

Así ascendieron tres años seguidos, de Primera Regional a Segunda B. Luego llegó el descenso y costó varios años retornar a la categoría de bronce. «Ahí tengo que decir que mi amor propio fue clave. Trataba no contarle todo a la familia para que no me influyera, pero mi padre y mi hermano Antonio fueron también claves para que pudiera dejar un poco de lado el negocio». Luego, la historia ya la sabemos todos. Un viaje del barro a las estrellas. Felicidades, Extremadura.