«Un arquero es un deportista». Por si hay dudas, lo repite cada vez que puede Raquel de San Macario (Salamanca, 22-12-1968), la nueva presidenta de la Federación Extremeña de tiro con arco, que arranca una legislatura llena de desafíos en la que espera devolver a su deporte «lo mucho que me ha dado».

Lo curioso es que ella misma acabó en el arco por casualidad y rebote en la ciudad donde ha vivido la casi toda su vida, Cáceres. Era 1980. «Yo hacía natación en la única piscina climatizada que había entonces, que era la de la Universidad Laboral. Cuando se estropeó necesitaba practicar un deporte y me metí en el balonmano, donde estaban Juan Carlos Holgado y Fátima Agudo. Cuando tuve una lesión, empecé con ellos con el arco y a partir de entonces ya lo compaginé como pude», recuerda.

La vida de los tres se enlazó con la diana y las flechas como denominador común: pasaron de los campeonatos locales a los nacionales y adquirieron tal nivel que acabaron becados en la residencia Blume de Madrid cuatro años. «La federación apostó por nosotros y nos lo metió bien en vena», apunta. Ahora es lo que quiere hacer ella con los niños que están empezando porque, señala, «muchos por su forma física no pueden practicar otros deportes y el arco les va a permitir sentirse deportistas». También pone el interés en la discapacidad:«personas ciegas o sin piernas lo practican y les ayuda a tener una vida normal».

Holgado --oro por equipos en Barcelona-92-- y Agudo acabaron logrando grandes éxitos internacionales, mientras que De San Macario tuvo que dejarlo por las lesiones: «Una vez tuve que venir de Salamanca en ambulancia con la espalda destrozada y dije que no volvería a tirar. Tengo dos operadas dos hernias discales».

Pero hace cuatro años volvió porque hay amores que nunca se borran y se implicó hasta el punto de asumir el reto de la presidencia. Quiere imitar la pasión que le pusieron los pioneros de su deporte en Cáceres, como Alfonso García Aragón; Cayetano Martínez; Raimundo Holgado e Isabel Romero, padres de Juan Carlos Holgado, y el suyo, Saturio de San Macario, que «no tenía ni idea del mundo este, pero me llevaba el arco a todos lados, me hacía los moldes para transportarlo y se ocupaba de todo».

Destaca de aquellos años lo involucrados que estaban todos y esa es una herencia que porta todavía hoy: «Se lo debo al deporte. Me ha dado muchísimo, mental y físicamente, y amistades»

Proyectos e instalaciones

Así es que su mandato lo afronta con máxima ilusión, aunque con el recelo de tener que enfrentarse a la inevitable burocracia. «Conozco a la gente y el deporte. Si un presidente solo tuviese que ocuparse de su deporte y a su deporte, sería feliz. Lo otro es el agujero negro, todas esas cosas más áridas», explica.

Con unas 700 fichas en Extremadura, considera muy positivo que el tiro con arco tenga modalidades muy distintas (recurvo, compuesto, 3D...) que facilitan su práctica, aunque para eso tienen que mejorarse las instalaciones en Extremadura. «Depende de la ciudad, depende del pueblo. Hay algunos pequeñitos que tienen instalaciones maravillosas. Peleamos para que todas mejoren», cuenta, haciendo referencia a Cáceres como «referente negativo», porque «es donde más arqueros hay y donde cuesta más obtener un sitio. Hay un compromiso este nuevo año de acabar las nuevas instalaciones de El Cuartillo. El ayuntamiento nos ha dado una galería cerrada, pero es pequeña, y estamos pensando en compensarlo de alguna manera. Nos han abierto las puertas. Hay que llamar a mucha gente y pedir, pedir y pedir. No es algo que cueste mucho tener: es nave donde podamos tirar. Es un deporte que al llamar mucho, los papeles siempre acaban abajo. Para eso están el presidente de la federación, los de los clubs, los arqueros...».

Pone de relieve además que es «muy importante practicar el tiro con arco homologado y con ficha porque transportar en tu coche un arco sin licencia es como llevar un arma».

Siente que está siendo «bien recibida», aunque considera que «no es una federación fácil porque ninguna lo es: ni las que tienen dinero ni las que no la tienen» y pone por delante su compromiso personal. «Cometeré 50.000 errores, pero me voy a rodear de gente muy buena, algunos se mantienen y otros vendrán nuevos. Lo bueno lo van a hacer ellos. No les voy a hablar a un juez o a un presidente de un club de lo que es un arco».