El impresionante partido que protagonizaron ayer en Londres Nadal y Federer pasará a la historia como uno de los más épicos que se han visto en la pradera del All England Tennis Club. Pero lo más importante, desde nuestro punto de vista, es que el tenista suizo sabe que hubiera podido perder en tres sets. Lo sabe perfectamente, y eso tendrá consecuencias para el futuro, ya que el campeón mallorquín tiene ahora el número uno mundial al alcance. Y no solo por una cuestión de puntos, sino por un factor psicológico. La victoria de ayer sobre el pentacampeón va a suponer un punto y aparte en la bonita batalla entre los dos mejores, que va a seguir y seguir.

Y es que Nadal ganó ayer a Federer en el jardín de su casa y con todo merecimiento. Creo sinceramente que hubiera sido injusto que el desenlace del partido hubiera sido otro. Al jugador suizo se le aparecieron muchas vírgenes en momentos muy delicados del partido. Yo no daba crédito a la cantidad de situaciones difíciles que salvó. Si no se tratara del número uno del mundo, probablemente hubiera perdido en tres sets, que era de todas maneras el camino que llevaba el encuentro. Nadal tuvo muchas oportunidades que, por lo que sea, no pudo aprovechar. La primera, con el 0-40 para ponerse 4-3 a favor en el tercer set. Luego, en el tie break del cuarto set tuvo un 5-2 que no culminó.

Una vez en el quinto set hay que hablar del mérito que tiene lo que hizo Nadal, que jugó un partido espectacular, sobre todo tácticamente, que solo el gran servicio de Federer (hizo 18 aces, por 5 del mallorquín) logró llevar a la quinta manga. Cualquier otro se hubiera venido abajo. Sin la fuerza y mentalidad que exhibe Nadal en los momentos más duros, no hubiera sido posible. Solo tenía una ventaja psicológica: después de haber perdido los desempates de los dos anteriores sets, sabía que en el quinto no se tenía que enfrentar a otro tie break. Federer ya sabe que Nadal le puede ganar en cualquier superficie.