"No os veía, no veía a nadie", explicaba Fernando Alonso a su mánager, Luis Abad. Y no es que no viera por emoción; simplemente estaba a punto de desmayarse. No podía mantenerse de pie en el podio, ni siquiera pudo sostener el magnum de champán de tres litros y, mucho menos, agitar la botella. Incluso escuchó los himnos en cuclillas.

La culpa la tuvo el sistema de bebida de su coche. Ayer no funcionó, precisamente ayer, en la carrera más calurosa de la temporada. "Ha perdido más de cinco kilos", decía Fabrizio Cugnat, uno de sus fisioterapeutas. En otros circuitos apenas bebe, pero en Malasia, el agua le regó toda la cara en las dos primeras vueltas. Son este tipo de situaciones las que le hacen ser extremadamente cauteloso a la hora de valorar sus opciones en el campeonato. Lo dijo un mes antes de que empezase la fiesta: "Temo los pequeños detalles que te dan el título".El sistema por el que el piloto pulsa un botón para recibir líquido a través de un tubito se estropeó en la salida.

"Lo pasé mal al final, en las últimas vueltas porque estaba deshidratado, pero lo peor fue en el podio".