Tocado después de los traspiés ante el Betis y el Madrid, y a cuatro días de recibir a la Juventus en la ida de octavos de final de la Liga de Campeones, Simeone tiró en Vallecas de los viejos preceptos para asegurar los cimientos antes del terremoto que se aproxima, sacó el manual que ya tiene el lomo desgastado, el de ilusionar al rival en el primer tiempo para matarlo en la segunda. El proceso no fue tan natural ni suave como otras veces, víctima de una espesura que le está complicando la vida al Atlético.

Griezmann es feliz junto a un delantero centro que baje balones de cabeza y tire constantemente desmarques, se siente omnipotente en este Atlético, es el constructor en torno al que gira todo el sistema ofensivo rojiblanco. Pero los de Míchel le hicieron desaparecer, como a Correa y a Vitolo, la gran novedad de la alineación por delante de Lemar.

El Rayo salió a competir, intenso y con una vocación ofensiva que no abandonó hasta el final; el Atlético a adormecer el juego y a buscar sus opciones a balón parado. Colgó todo lo que pudo y remató la mayoría, alternando con fases de presión alta, menos frecuentes de lo que requería el partido, que hacía temblar a cada aficionado rayista mientras los tres centrales locales sufrían con el balón en los pies.

PARTIDO SIN PORTERÍAS

El Atlético produjo otro partido, y van muchos en la temporada, sin porterías, sin ocasiones de peligro, ni propias ni extrañas, un plan que a Simeone le vale y al Rayo también le satisfizo, sobre todo porque era el que más se estiraba, aunque después de todo siempre se encontró con el seguro de vida Oblak.

Con el paso de los minutos, el Rayo fue ganando jerarquía en el partido y, con la animosidad de sentirse cómodo en el partido y con posibilidades, el número de hombres e ímpetu atacante. Embarba tuvo las dos mejores ocasiones en el primer periodo de un Rayo, liderado por Raúl de Tomás, que explota poco a Álex Moreno, un puñal afilado y profundo por la banda izquierda.

Pero los mejores minutos locales se escaparon sin gol y el Atlético llegó al segundo tiempo con el partido como quería: 0-0. Sin embargo, los de Simeone no encontraron la fluidez de otros días y su previsible salida en tromba en de segundo tiempo no fue tal. Ganó presencia en campo rival pero las ocasiones no llegaban.

COSTA Y MORATA

Ante la necesidad, Simeone dispuso por primera vez sus dos delanteros juntos: Morata y Costa por delante de Griezmann, relegado a la banda izquierda. El Atlético convirtió su juego en un producto de fabricación rápida en busca de la portería rival por el camino más corto posible, también el más tortuoso.

Fue el Rayo, de la mano de De Tomás, el que llegó con más peligro corriendo a la espalda de la adelantada defensa visitante, pero fue Griezmann el que acertó con el gol. En otra jugada trastabillada, sin demasiado peligro, el francés conectó un disparo tras un despeje de la defensa local, sin demasiado peligro que se envenenó tras tocar en Amat. Un gol que refleja lo que fue el Atlético en Vallecas.

El Rayo no perdió la esperanza y el Atlético no remató a la contra, con espacios, un partido que le mantiene enganchado a la Liga aunque sin demasiado merecimiento.