El kazako Alexandre Vinokourov, del Astaná, se proclamó vencedor absoluto de la 61 edición de la Vuelta a España, la primera grande en su palmarés a los 33 años recién cumplidos, una vez disputada la vigésimo primera y última etapa con salida y llegada en Madrid, en la que se impuso el veterano alemán Erik Zabel, del Milram, mientras que el podio final se completó con Alejandro Valverde, segundo, y otro kazako, Andrey Kashechkin, tercero.

Vinokourov, en un año difícil para él y su equipo, excluido en el Tour, su gran objetivo del año, conquistó en Cibeles un éxito que faltaba en un palmarés rico en triunfos en carreras de una semana (París Niza) y en clásicas (Lieja-Bastoña-Liega y Amstel Gold Race), que le faltaba para confirmarse entre los grandes de la historia, una vez cumplidos 10 años como profesional.

En 2006 asumió los galones del Liberty Seguros, y a partir de ahí los escándalos del dopaje le cambiaron al Astaná. Del Tour salió hundido y necesitaba demostrarse que podía luchar por una grande. Al primer intento subió a lo más alto del cajón. La Vuelta se rindió al mejor, al corredor que nunca se dio por vencido. Salió malparado en la primera etapa de montaña, pero pudo y supo remontar. Sus exhibiciones en la montaña andaluza (Granada y La Pandera) y en la contrarreloj de Rivas cimentaron la base de su gloria. Le ganó el pulso al español Alejandro Valverde, que reconoció "la fuerza del Vinokourov, que ha sido el mejor y hay que felicitarle". El murciano hubo de conformarse con la segunda plaza y Kashechkin completó la foto de honor como tercero y revelación de la carrera.

EL GRAN RETO Ahora el reto de Vinokourov será ganar el Tour de Francia, y para ello se prepara su equipo, que no para de fichar grandes corredores a su servicio, como los alemanes Kloden y Kessler, íntimos amigos del kazako, o como el italiano Savoldelli. Que tiene la carrera francesa en sus piernas es algo que ha dejado claro en la Vueltas.

El alemán Erik Zabel, de 36 años, logró la victoria en Madrid, la primera última etapa que gana en su dilatada carrera en una e las grandes. Había sido 8 veces segundo entre París, Milán y la capital española, y en esta ocasión levantó los brazos en Cibeles, donde la diosa de la Tierra, de la fecundidad de la agricultura, iluminó al entrañable berlinés, que marcó un tiempo de 3h.40.47. Ya había ganado en Cáceres.

La segunda plaza fue para el noruego Thor Hushovd y la tercera para el francés Aurelien Clerc. Así se cerró una jornada de trámite, festiva, de homenaje a un kazako rubio, tímido y poco hablador que escuchó emocionado el himno de su país, junto a su bandera, la que ya consta con letras de oro en el mapa del mejor ciclismo.

El cuadro de honor lo completó el español Egoi Martínez (Discovery) como rey de la montaña, Hushovd como ganador de la clasificación por puntos, Vinokourov también ganó la combinada y el mejor equipo fue el Discovery.

Se cerró una Vuelta emocionante, de calidad, divertida, que sirvió para recuperar alguna dosis de credibilidad en un deporte que languidece, que dejó el recuerdo de la batalla Vinokourov-Valverde y que toca madera para que el esprint final no tenga que repetirse entre las probetas de un laboratorio.