CALAMONTE: Abdón; Mario, Ñoño, Pity, Fran, Juanan Sancho, Bernabé, Juanfer, Carrasco (Joselu, min. 86), Ecija (Nedved, min. 67) y Enrique (Vilorta, min. 75).

MORALO: Javi Luis; Viti, Lolo, Alex Mula, Iván Sánchez, Pintado, Sergio Gómez, Pinilla (César, min. 83), Iván Ruiz (Rubén, min. 65), Yoni y Rulo.

GOL: 1-0: min. 23, Viti (p.p.)

ARBITRO: Delfa Ramos. Expulsó al visitante Lolo en el minuto 80 por doble amarilla. Además, amonestó a Mario, del Calamonte, y Viti, del Moralo.

INCIDENCIAS: Se guardó un minuto de silencio en apoyo al colectivo arbitral.

En una tarde que invitaba más al brasero y al café con la familia que atreverse a lidiar con la climatología, la torçida calamonteña volvió a paladear las mieles del triunfo ante un Moralo que, la verdad, estuvo como el día en todo: gris y a merced local en muchas fase del choque (1-0).

El Calamonte se aposentó bien y no tardó en morder Carrasco (m.2) y Juanan Sancho, más allá del cándido y testimonial aviso de Rulo desde la frontal. Los blancos, visto el panorama en las huestes foráneas, no tardaron en descubrir piedras preciosas en la desprotegida mina morala. El central Viti fue a despejar el balón y la desgracia se cebaba contra los mineros negros (por el color de sus trajes).

Los de Sánchez siguieron con el azufre impregnado en sus botas y siguieron cavando la fosa foránea. Pity a la media hora botaba una falta que silbaba el palo izquierdo de Javi Luis. Peinaba Pintado (m.36) pero tapaba la tapia blanca. Rulo enviaba un cohete a las nubes al borde del intervalo y al agua intermedia.

Los protagonistas saltaban de la caseta y para regocijo de toda la parroquia salió el astro rey, lo que no se tradujo ni mucho menos en brillo y luz en el césped porque la tosquedad fue el triste denominador común. Todos cerraban bien sus espacios y buscaban más el error ajeno que la genialidad y puntería propia.

Juanfe probaba desde lejos pero el cuero buscó las nubes (m.59). Carrusel de cambios obligado a ver si se animaba algo el guión pero ni por ésas. Todo ocurría lejos de las porterías. El Moralo dio carrete a Rubén y César, pero todo resultó en vano.

Seguía siendo una pura coreografía, un once inofensivo a más no poder. Para colmo de males y alegría local, veía menguado su esqueleto al ser expulsado Lolo a diez minutos de la campana. Todo pintaba de color rosa para los de Juanpe Sánchez, que volaban con firmeza y hacia otra tarde de gloria. Un zambombazo desde la divisoria de Sánchez era blocado sin pestañear por Abdón con la campana casi sonando. Unos segundos después, el mago Vilorta se internaba hasta los fogones de la cocina morala pero cruzaba el cuero por centímetros y no se pudo paladear el segundo de la tarde.