Puede vérsele solitario por la ciudad, sin demasiado rumbo aparente dentro de uno de los Audi que en otro tiempo el club prestaba a los americanos. Ahora, el Cáceres le ha reservado a Vladimir Petrovic, ´Vlado´ para el vestuario, el mismo coche blanco y poderoso que usaron Kevin Pritchard o Dyron Nix. La diferencia, según se queja el jugador con cierta ironía, es que ya el vehículo ya tiene los frenos bastante gastados.

"Algún día me mato", dice con una sonrisa en los labios, en un español bastante bueno. Es mítica la facilidad de estos balcánicos para aprender la lengua en poco tiempo. Pero poco más le está saliendo bien en Cáceres y a la vista de su fallido inicio de aventura, sólo le falta estrellarse con el decadente Audi. Aún así, las cosas siempre pueden ir peor. Y es que su próxima amenaza viste de un caqui eminentemente griego: en cualquier momento puede ser reclamado por su país de adopción para cumplir el servicio militar.

REFUGIADO

Petrovic, que cumplirá 26 años el próximo mes de enero, salió huyendo de su ciudad natal, Belgrado, hace un lustro. Los bombardeos de la OTAN le amenazaban a él y a su familia y consiguió ser acogido por el Aris de Salónica gracias a la fama que había adquirido como matador y la promesa que suponía su exhuberante físico (1,96, 90 kilos y piernas poderosas) mezclado con el talento plavi . Hasta le dieron un nuevo apellido: Stergiou.

Las permisivas normas para la nacionalización de deportistas en Grecia le allanaron el camino, igual que a otros como Dragan Tarlac (Real Madrid) o Milan Gurovic (Unicaja). Todos se siguen sintiendo serbios de corazón, pero un pasaporte comunitario les revaloriza considerablemente.

Con ´Vlado´ ocurrió exactamente lo mismo, pero quizás olvidó un detalle: una de las exigencias griegas es que tarde o temprano tendría que cumplir con la patria y empuñar un fusil durante unas semanas. Hasta ahora, amparado por jugar en clubs del país, lo había eludido, pero sabe que ahora, jugando en España, puede ser reclamado. Y si no acude podría perder su preciado pasaporte, con lo que su carrera entraría en una dimensión desconocida.

Se supone que ese quebradero de cabeza no es el único motivo por el que no está satisfaciendo a su entrenador, Manolo Hussein, seducido en verano por un vídeo en el que Petrovic le hacía 28 puntos al Panathinaikos de Dejan Bodiroga. Ha reducido sus promedios de la temporada pasada en el KAO Dramas (11,6 puntos y 4,1 rebotes) a casi la mitad (6,8 y 2,4), con un ridículo porcentaje de triples (20%).

Mañana ante el Tau tendrá una nueva ocasión de brillar. El precario estado físico de Joffre Lleal le asegura unos minutos que Hussein siempre le había garantizado... hasta ahora. Ferrán y Orenga también jugarán.