No hace mucho frío en Siglufjörður, al menos todavía. En esa pequeña localidad al norte de Islandia alimenta sus sueños un entrenador extremeño de voleibol llamado Raúl Rocha. Tras dejar el Electrocash Cáceres, aceptó la oferta de del Blakfélag Fjallabyggdar («es complicado, lo sé», dice) para dirigir a su varios equipos, entre ellos los seniors masculino y femenino que están en la segunda división del país. También ayuda con las escuelas de los niños de 6 a 16 años.

Como se puede imaginar, está siendo una gran aventura en un lugar remoto y peculiar, donde el deporte se cuida especialmente. Con apenas 350.000 habitantes --menos que el total de la provincia de Cáceres-, Islandia se asomado a competir con los mejores del continente en fútbol, baloncesto y balonmano. Él ve la clave en que «debido al tiempo tienen que ocupar los ratos libres a cubierto, y qué mejor manera que haciendo deporte. Todos practican varios, sobre todo los niños. Los adultos van al gimnasio, nadan o van en bici. Hay muy poco sedentarismo».

«Aquí falta bastante infraestructura a nivel de ligas y base --continúa--. Es un país grande, pero poco poblado, pero es gente muy trabajadora con ganas de aprender, muy agradecida. No dudan felicitarte por un buen entrenamiento. A veces en España eso se echa de menos: solemos esperar al fallo para señalarlo».

Se marchó después del verano y no se ha arrepentido ni un solo segundo, asegura. Pronostica que habrá «momentos duros y malos y otros geniales», pero se queda con que está haciendo lo que más le gusta. «Estoy haciendo lo que más me gusta, mi pasión. Me dieron la oportunidad y siempre voy a recordar esto», declara, entre excursión y excursión por la isla, de la que le están impactando sus paisajes.

CORDERO Y POCA NIEVE / Siglufjörður, a 378 kilómetros de la capital, Reikiavik, es un pueblo pequeño, pero turístico, donde se ha adaptado a marchas forzadas. «Todo está caminando a pocos minutos, pero todo el mundo va en bicicleta o en coche. ¿La gente? Muy amable, la verdad. La comida de España la echas de menos, tanto en el supermercado como en la mesa, pero, aparte del típico salmón, el cordero aquí lo cocinan mucho y está delicioso», relata. Otro estímulo gastronómico es el arenque, al que se dedica incluso un museo en la localidad.

Hay que abrigarse, aunque por ahora le está respetando la climatología. «Solo ha nevado una noche desde que llegué. Nos movemos entre los 10 y 0 grados. Llueve, pero a ratos. Es bastante cambiante: aquí se dice que, si no te gusta el tiempo, espera 15 minutos».

Y es que el optimismo es algo que le distingue. «Todas mis experiencias deben ser positivas. De todas aprendes algo. También sufres, te diviertes, fallas, aciertas... pero jamás dejas de intentarlo. Es un cambio muy grande, pero me está gustando. Regreso un poco más a meterme de lleno en la formación y no tanto en el alto nivel», cuenta.

En cuando al idioma, se maneja en inglés. Se cumple el tópico de que en gran parte de Europa se habla ese idioma más y mejor que en España. El complicado islandés, con su propia grafía, es, claro, casi imposible para Rocha, al menos por el momento. «Sé decir algunas palabras sueltas, casi todas relacionadas con el día a día en los entrenamientos, pero bueno, intentan enseñarme. Con aprenderme todos los nombres voy bien», suelta, sonriendo.

Atrás queda el pasado, aunque dice mantener contacto con sus amigos en el Electrocash. Su etapa club cacereño acabó con el descenso de la Superliga tras haber ganado un partido en toda la temporada. Fue «un mal año», pero «hicimos lo que pudimos», con el matiz de que «hablo por mí y por mi cuerpo técnico». «Es complicado cuando entras en dinámica negativa y tienes un presupuesto de Superliga 2 normalito, pero no me arrepiento de nada. Di siempre el máximo. El que me conoce sabe que vivo por y para el voleibol. Empecé con un equipo que había sido colista en Superliga 2 y en dos años subimos. De tres años, en dos hemos jugado Copa del Rey y en uno llegamos hasta semifinales con la mitad de plantilla de Cáceres y Extremadura. Debutaron muchos jugadores de la casa», sostiene.

¿Conseguirá su exequipo regresar a la élite? Él no lo tiene muy claro. «Es una liga muy competitiva. Creo que este año con el gran cambio de plantilla será de transición y adaptación. Es gente joven con mucho futuro», responde Rocha. Su vida está ahora a 3.000 kilómetros.