No se acaba el espectáculo. Los Warriors demostraron en el quinto partido de la final de la NBA porque están marcando una época. Ni siquiera la nueva lesión de Kevin Durant, que volvía tras más de un mes en la enfermería, hundió a la escuadra de Steve Kerr, que supo sobreponerse en los momentos claves de un partido que dominaron casi hasta el final. A poco más de tres minutos de la bocina, los Raptors se puso seis arriba y el dibujo del anillo empezó a contornearse en el corazón de los canadienses. Pero entonces aparecieron con Stephen Curry y Klay Thompson para aplazar la fiesta de los locales. Marcador final: 105-106 y 3-2 para los canadienses en la final la serie al mejor de siete.

Los Warriors venían de perder los dos partidos de casa, pero no se resignaron. Si los californianos acaban conquistando su tercer campeonato consecutivo será por los Splash Brothers. Curry anotó 31 puntos mientras que Thompson se quedó en 26.

Durant duró un suspiro, pero en sus poco más de 12 minutos en la pista demostró lo diferente que podría haber sido esta final de haber estado de una pieza. Les dio altura, tiro, velocidad y una apabullante sensación de autosuficiencia. Anotó 11 puntos hasta que se volvió a lesionar en una acción fortuita. Esta vez en el tendón de Aquiles, cuando finalmente parecía recuperado de su lesión en el muslo. Tuvo que salir apoyándose en los hombros de sus compañeros mientras el público canadiense, que al principio se mofó, le despedía con elegancia coreando sus iniciales.

Toronto tendrá mañana jueves la segunda oportunidad, esta vez en campo ajeno, para conquistar su primer anillo.